El pasado 26 de julio, el planeta Tierra batió su récord del día más corto registrado a lo largo de la historia. La velocidad de giro puede fluctuar y, últimamente, está girando sobre sí misma cada vez más rápido.
En la década de los 80 se creó el Servicio Internacional de Rotación de la Tierra y Sistemas de Referencia (IERS), encargado de este tipo de mediciones. Tal y como han descubierto los científicos, el giro de la Tierra se está ralentizando: cada siglo tarda dos milisegundos (0,002 segundos) en completar cada rotación sobre sí misma. No obstante, esta velocidad puede fluctuar, por lo que de un día para otro dicho período puede cambiar.
Desde 1973 los científicos han medido con precisión cuántos segundos tarda la Tierra en completar un giro sobre sí misma. En este sentido, durante las últimas décadas, ese tiempo se ha ido acortando, por lo que año tras año se han ido batiendo récords. En 2020 la IERS indicó que se habían alcanzado los 28 días más cortos desde que había registros. La jornada más corta fue el 19 de julio (-1,47 milisegundos). El pasado 26 de julio, la Tierra volvió a establecer un nuevo récord (-1,60 milisegundos), convirtiéndose en el día más corto desde que hay registros.
Por el momento se desconocen los motivos que provocan este fenómeno. Aunque los expertos han planteado diferentes opciones, podría deberse a los procesos de las capas internas de la Tierra. También podría explicarse por los océanos y las mareas o incluso al cambio climático y las temperaturas elevadas.
Finalmente, la última posibilidad planteada se basa en el Bamboleo de Chandler, un pequeño movimiento irregular en los polos. Generalmente es de unos 3 o 4 metros al año, pero de 2017 a 2020 fue casi nulo. Aunque esta aceleración pueda carecer de importancia, sí que podría afectar en algunas tecnologías que necesitan de una enorme precisión, como los GPS.