El acoso escolar no acaba en los patios de los colegios, va más allá. Muchas veces los motivos están ligados a estereotipos. Sandra Fernández tiene 26, padece una enfermedad rara llamada Charcot Marie Tooth. Su acoso escolar comenzó cuando era tan solo una niña. Actualmente, habla abiertamente de su enfermedad y del bullying que sufrió por parte de sus compañeros.
Por. Lucía Almaraz
Quitar los tabús y hablar de frente. En sus redes sociales puede verse la normalidad con la que ha llevado su caso y los consejos que ofrece al resto de forma desinteresada.
¿Cómo empezó todo?
No recuerdo el momento exacto, pero sé que mi vida cambió cuando comencé a ir al instituto. Allí me encontré con todo tipo de personas, las que se compadecían de mi enfermedad diciendo frases como: “pobrecita, que pena…”, otras que preferían reírse a carcajadas y señalarme mientras caminaba, las que simplemente miraban de reojo como si de un bicho raro se tratase.Y, por supuesto, mis fieles compañeras y amigas, las que me daban la mano, me llevaban la mochila o sacaban las garras a cualquiera que se ‘pasara de la raya’.
¿Qué te hacían?
Me esperaban en los pasillos para reírse, me quitaban el hueco para poder agarrarme de la barandilla, imitaban constantemente mi forma de caminar, me ponían motes como: El langui, la coja, etc.
¿Cómo y a quién fue la primera persona que se lo contaste?
No sé si es bueno o malo, pero jamás se lo conté a nadie. Mis amigas lo vivían conmigo a diario, nunca necesité contar más allá de lo que ellas veían. Y a mi familia… hace unos dos años que les empecé a contar alguna cosa suelta y lo que han ido descubriendo cuando nació Volando Fuerte. Prefería llorar a escondidas que ver sufrir a mis padres o a mi hermana, bastante mal lo pasaban cada vez que entraba en quirófano y bastante mal lo han pasado desde que me diagnosticaron la enfermedad. No se merecían, ni se merecen, más malos momentos.
¿Cuándo te diste cuenta de que era un problema?
Desde el minuto cero. Pero para mí, por aquella época era más problema perderme las fiestas del pueblo por estar operada o no poder ponerme tacones. Al final, esas personas no merecía mi atención ni mis lágrimas. Siempre he sido de cabeza bien alta y adelante. Es cierto que cuando me he ido haciendo mayor, recuerdo muchas cosas y pienso en cómo he llegado a ser quien soy hoy con todo lo que pasé esos años tan oscuros.
¿Qué repercusión tuvo en tu vida?
Aprendí a quererme tal y cómo soy. Aprendí a buscar mi propia forma de vida y la encontré. Aprendí a no dejar de luchar jamás. Aprendí que las personas malas no merecen tu tiempo. Y aprendí que, de las peores cosas, también se aprende.
¿Cuándo viste que lo podías superar?
Siempre he dicho que estas cosas nunca se superan, sino que se aprende a vivir con ellas. Eso siempre va a formar parte de mí y tampoco quiero taparlo. Pasó, y como dice mi padre: “hay que seguir, no queda otra”.
¿Qué le dirías a una persona que ahora esté pasando por lo mismo?
Le diría que jamás agache la cabeza, vida solo hay una y no te la puede quitar nadie. Voy a cumplir 26 años y en mi época de instituto, no hace tanto… eran cosas de niños. Lamentablemente, ahora el Bullying está muy presente y eso puede ser un punto a favor para encontrar ayuda rápidamente. Y por supuesto, si estás pasando por algo así, quiérete mucho, que nunca nadie va a quererte tanto como te quieres tú.
Asociación Salmantina Contra el Bullying y el Ciberbullying
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