Opinión

El pequeño Oleguer

[dropcap]A[/dropcap]ún estábamos boquiabiertos con la historia española del pequeño Nicolás, emparentado con el Buscón, cuando nos sorprende la historia españolísima del pequeño Oleguer, emparentado con Rinconete y Cortadillo juntos. Hay que tener raigambre para comprarse 1.200 oficinas bancarias, una ciudad de negocios y varios edificios de una caja en quiebra mientras la atención pública se centra en tu padre por una calderilla de cuatro millones. Si al parecer el pequeño Nicolás tenía amigos entre los cuerpos de seguridad, los cuerpos entre los que se mueve el amigo Oleguer tienen que ser de una talla más grande que el Coloso de Rodas.

[pull_quote_left]Va costando trabajo pensar que un país que sabe tanto y tanto calla sea un país sano[/pull_quote_left]Un tamaño como para pasar inadvertido. Este es un país bifronte, en el que uno puede llevarse hasta las telarañas de la caja fuerte sin que nadie lo vea, y en el que al día siguiente de que lo descubran todo el mundo presume de que ya lo sabía. Todo el mundo sabía que se cobraba un 3% por adjudicaciones públicas, y nadie lo contaba, todo el mundo sabía que había tarjetas negras que ya estaban perdiendo el color de tanto usarlas, y todo el mundo sabía que había un sindicalista miserable que se envolvía en banderas que cubrieron ataúdes de héroes para disfrutar de un poder político que se convirtió en poder contable.

Todo el mundo sabía tantas cosas que va costando trabajo pensar que un país que sabe tanto y tanto calla sea un país sano. La semana en que ha muerto Ben Bradlee, que se cargó a un presidente de los Estados Unidos porque no estaba dispuesto a callarse, da más vergüenza aún el manto de silencio que nos ahoga. Qué pena. Qué asco.

— oOo —

Deja un comentario

No dejes ni tu nombre ni el correo. Deja tu comentario como 'Anónimo' o un alias.

Te recomendamos

Buscar
Servicios