El juego, y ese intento siempre estéril de controlar el azar, siempre ha centrado el interés del ser humano. Desde tiempos prehistóricos hasta estos actuales tiempos de revolución tecnológica. Si profundizamos en la historia de España, el juego está normalizado desde 1763, en su versión de la Lotería. La irrupción de las apuestas deportivas, así como de las casas de apuestas (actualmente, en España se contabilizan más de 40 operadores con su pertinente licencia de juego) no se documenta legalmente hasta 2006.
El sector de las apuestas deportivas aterrizó con bastantes años de retraso en España, máxime si se compara con otros países del entorno como Gran Bretaña, donde ya aumentaban las emociones de unas carreras de caballos u otros deportes por medio de los pronósticos deportivos. Las raíces de estas apuestas datan del siglo XVIII y XIX. En España, por el contrario, sólo se recuerda a la añorada ‘Quiniela’ como método de adivinar resultados de fútbol. Su documentación se encuadra en los años cuarenta del siglo XX. A pesar de este desajuste histórico, España disfruta ahora de un auge sin límites de las apuestas deportivas.
Un sector ‘legal’ desde 2011
La razón de este crecimiento (e incluso España es un modelo para seguir en países de Latinoamérica) se debe a la revolución de las nuevas tecnologías, que han favorecido la posibilidad de realizar pronósticos de manera online. Los pilares de este auge datan de 2007, cuando se establece la normativa de Medidas para el Desarrollo de la Sociedad de la Información. Sin embargo, no se regulariza a nivel estatal y autonómico hasta 2011, cuando las diferentes plataformas del sector reciben la concesión de las licencias de juego.
A este respecto, en España se diferencian dos tipos de licencias: las generales que se otorgan a empresas por una duración de 10 años y que registran la actividad de estas (apuestas deportivas, juegos de azar o realización de concursos); y las singulares que identifican el tipo de apuesta o de juego. En cualquier caso, todas estas licencias están reguladas por la Dirección General de Ordenación del Juego (DGOJ), quienes exigen a las empresas el cumplimiento de unos requisitos básicos en materia económica, jurídica y técnica.
De la ‘Quiniela’ de fútbol
La existencia de este organismo debe considerarse como un elemento positivo para todos los actores implicados. Las empresas pueden invertir dinero, generar puestos de trabajo (especialmente en el área de tecnología y seguridad) e impulsar un sector de una manera absolutamente legal, el cual crece a razón de más de 600.000 usuarios anuales y se estima que irá en aumento con la entrada de los eSports en el negocio. Es decir, las apuestas son transparentes y seguras (en cuanto a los datos personales y bancarios) para los usuarios. Éstos sólo deben disfrutar de una manera responsable de sus pronósticos deportivos.
El usuario, a la hora de elegir una u otra casa de apuestas, sólo debe fijarse en elementos que afecten a sus pronósticos: qué deportes ofrecen; si se pueden ver deportes en streaming; tipos de cuotas que se aplican; información de interés sobre por qué hacer un determinado pronóstico; qué tipos de bonos de bienvenida se ofrecen; formas de pago y reembolsos o atención personalizada en caso de incidencias.
En España, el grueso de los pronósticos se centra en el fútbol, aunque hay un gran número de aficionados a las carreras de caballos. ¿Y qué deporte es más rentable? La respuesta es sencilla: ninguno. No hay un deporte sobre el que se puede apostar a seguro, puesto que el azar sigue siendo incontrolable. Obviamente, aquellos deportes donde o gana un participante u otro es más factible porcentualmente ver una apuesta a nuestro favor. El tenis sería un ejemplo. Lo contrario sería una carrera de caballos. Ahí está el secreto de las cuotas y del éxito, una evolución de la famosa ‘Quiniela’.