Viendo las redes sociales del escritor salmantino Benito González, del que nos hicimos ‘amigos virtuales’ cuando presentó Barbarie, nos percatamos que era una especie de Willy Fog (trasunto del Phileas Fogg original) de las letras, porque cada cierto tiempo presentaba su libro en un lugar. Hoy en Barbadillo, mañana en Florida de Liébana, pasado en Ledesma, Matilla de los Caños, Tejares, Vitigudino, Hinojosa de Duero, Valdelosa, Candelario, Juzbado,…
Decidimos volver a contactar con el escritor para preguntarle por la aventura de presentar de pueblo en pueblo Barbarie, libro con el que fue finalista del premio Planeta. Aprovechando la circunstancia, también va en la maleta Tiempo de Espinas, su primera novela.
Proponemos a Benito González que se embarque en una andanza literaria. La casualidad quiso que la charla con el autor salmantino se realizara este 3 de octubre y el viaje que ideó Julio Verne para que Phileas Fogg recorriera el mundo en 80 días, se inició un 2 de octubre, pero de hace 150 años.
Veamos si las aventuras del caballero inglés se parecen a las del escritor, porque los dos han empleado unos 80 días, uno para dar la vuelta al mundo y el otro para visitar localidades de Salamanca, Zamora y Ávila para presentar sus obras. Ambos comparten hazañas. “No tengo la fortuna económica del Phileas Fogg, él apostó 20.000 libras la mitad de sus bienes, pero sí que tengo la suerte de compartir mis experiencias y libros con las personas de esta tierra”, cuenta.
Su editor, Luis Folgado, lo define como un hombre “maravilloso y encantador». Sobre el libro, Folgado asegura que es «bueno. Una novela histórica tiene que ser, ante todo, una buena novela y Barbarie lo es. Benito tiene una historia y la sabe contar. La fuerza narrativa que tiene es muy importante”.
Luis Folgado asegura que es “infrecuente” lo que está haciendo el escritor charro de ir de pueblo en pueblo. “Sí que lo hacen los poetas en festivales de poesía o en bares donde ofrecen recitales, pero en un novelista no es tan cotidiano”.
En estos tres meses, Benito González ha recorrido más de 3.700 kilómetros. Pero, como él mismo asegura, el viaje todavía no ha concluido. “Este otoño estaré en Peñaranda, Ciudad Rodrigo, Madrigal de las Altas Torres, Villarino de los Aires, Castellanos de Moriscos, Alaraz,… por lo que tendré que sumar más de 750 kilómetros”.
Por casualidad. ¿Cuántos kilómetros recorrieron los personajes de Barbarie?
Desde que salen de las tierras donde estaban asentados, que es lo que conocemos hoy en día como Polonia, hasta que llegan a Hispania, unos 4.000 kilómetros. Casi los mismos que llevo yo recorridos presentándolos. Lo que pasa es que yo voy en coche. (Risas) Ellos iban a pie y sufriendo mucho.
En cuanto a la planificación, nada que ver con Willy Fog, que lo tenía todo estructurado. En el caso del escritor de Barbarie unas veces contacta él mismo con los ayuntamientos y en otras ocasiones son ellos los que se comunican con el autor. “Normalmente, llaman preguntando por el finalista. Me hace gracia porque he dejado de ser Benito”. (Risas) «Sientes el ego muy satisfecho, pero realmente dices: ¡Caray! De verdad preguntan por mí. Hay una diversidad interior que te hace sentir bien por un lado, por haber traído a esta ciudad un libro que fue finalista del Planeta y también me hace sentir extraño, porque lo que quiero ser es cercano y humilde con mis lectores».
¿Ha tenido algún sobresalto por esas carreteras provinciales: un pinchazo, un animal en mitad de la calzada, se ha perdido,…?
No, no me he perdido. (Risas) Sí es cierto que cuando regreso de noche, corro poco. Vengo con más miedo que vergüenza, temiendo que me salga algún animal que tuviera que matar sin querer.
¿Cuál es el lugar más curioso donde ha presentado Barbarie?
Quizá el más impactante, por el resultado, fue la cárcel de Topas. Me invitaron a participar en un coloquio para contar a los reclusos cómo se escribe, cómo se prepara una novela,… Animarles a escribir. Me sorprendió gratamente la cantidad de preguntas que me hicieron, el valor que le daban a la escritura, el saber cómo se puede empezar,… Les animé a contar historias propias para soltar la imaginación. A los pocos días, volví con el grupo de poesía al que pertenezco, Los Homero, y varios de los que habían estado en la charla se acercaron para decirme que habían comenzado a escribir.
Entre las anécdotas que le han ocurrido en este viaje hay una que le hizo especial ilusión. Una mujer se acercó a él para que le firmara Barbarie cuando se lo entregó. La futura lectora le dijo que era el primer libro que compraba en su vida. “Levanté la vista, porque no me lo podía creer, pero ella hablaba muy en serio. Es una responsabilidad. Dejé mis datos, por lo que si no le gusta puede llamarme y darme su opinión”.
¿Suele tener contacto con sus lectores?
Sí. Algunos me piden amistad a través de las redes sociales. Me gusta hablar con ellos, me cuentan sus anécdotas, su forma de ver la literatura. En una presentación se acercó una persona que había leído mi primera novela, Tiempo de Espinas, y me dijo textualmente: ‘No entiendo cómo Pérez Reverte puede vender más que tú’. (Risas) Lo tomé como un cumplido.
¿Tiene pensado escribir un ‘cuaderno de bitácora’ con este viaje?
Sería interesante, pero ahora estoy inmerso en la cuarta novela y me apetece seguir con ella.
Quizá este tiempo es demasiado actual para usted…
(Carcajada) Sí.
Tiempo de Espinas está ambientada en 1100, Barbarie, en 406..
La tercera novela, que está en corrección, transcurre en 1600.
Willy Fog tenía que llegar en una fecha determinada a Londres y Benito González tiene como fin compartir sus libros con el público que acude a sus presentaciones o talleres de escritura, porque otra de las empresas en las que está inmerso es la de dar charlas en colegios –ya tiene contacto con el Calasanz y con el de Castellanos de Moriscos- para impartir talleres con los alumnos. “Si de todos los colegios un escolar muestra interés por la escritura, ya me sentiría satisfecho”.
Ese es otro viaje…
Sí. Ese es un viaje de recuerdo, el que me devuelve a mi etapa de adolescente en Alemania.
Para ver la galería de imágenes, de las presentaciones de Benito González, sigue la flecha