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Gemelos, salmantinos y entre los 20 líderes emergentes de la educación

Alberto y Mario coleccionan reconocimientos internacionales por su innovadora visión de la docencia
Alberto (i) y Mario Herráez, dos maestros salmantinos dedicados a la consultoría docente. (Ical/ Susana Martín)

Están de vuelta en Salamanca, la ciudad que les vio nacer y después partir cuando aún eran niños. Mario y Alberto, Alberto y Mario, gemelos univitelinos, figuran, por ejemplo, entre los 20 líderes emergentes de la educación a nivel internacional. También solo por ejemplo, el ‘big data’ les ubica en el puesto 36 de la lista de educadores más influyentes de todo el globo. Y ni si quiera es por eso, pero hay algo en ellos que, aunque no lo hagan, podrían decir que van a cambiar el mundo, y te lo crees.

Javier A. Muñiz / Ical.- “Creo que todo empezó cuando éramos pequeños y nos dimos cuenta de que no encajábamos en el sistema educativo tradicional. No éramos malos estudiantes, para nada, pero no podíamos sentarnos en una silla y escuchar por ocho horas”, comenta Alberto a Ical, en el prólogo de una historia salpimentada con toques ‘hollywoodienses’ y con genuino sabor a sueño americano, pero cuyo futuro, a buen seguro, está deslocalizado y, probablemente, escriba sus mejores páginas a lo largo y ancho de los cinco continentes. “Somos gente con mucha energía y movimiento que aprende de forma diferente a través de explorar y de encontrar el conocimiento. Somos muy curiosos, es nuestra mayor virtud y nuestro mayor defecto”, apostilla Mario.

Los hermanos Herráez se complementan. Lo hacen de un modo exponencial que no resulta de sumar uno más uno, sino de aplicar una potencia. Es decir, se multiplican entre sí. Se quieren y se apoyan, se llevan bien. Se acaban frases y ejemplifican los argumentos del otro. ¡Responden a coro! Dentro de una cuasi perfecta sincronía, son capaces de disentir porque saben que del debate nace el progreso. Por eso alguna vez, las menos, también se corrigen. Ahí radica su fuerza. Ahí y en sus ideas. “La vocación de maestros nos viene de pensar que otro tipo de educación es posible. Nos metimos a profesores con la intención de crear un futuro mejor para todos, con una escuela en la que todos sean aceptados, independientemente de su estilo de aprendizaje, de cómo sean o de dónde vengan”, abunda Mario, el menor por cinco minutos.

Rumbo a Utah

Criados en Laguna de Duero, se graduaron en Bachillerato y estudiaron Educación Primaria en la Uva. Antes de acabar sus estudios superiores, una beca del programa Amity les permitió ir hacer prácticas a Estados Unidos, y cayeron en Utah para ejercer allí como profesores asistentes. A pesar de haber dejado por escrito que no querían ir juntos, a la supervisora del distrito le pareció “muy gracioso” tener a dos gemelos en el mismo colegio. Era la primera vez que querían probar a separarse y gozar de cierta independencia, pero a la larga, una vez fueron conscientes de que estaban “a diez horas de vuelo y 1.800 euros” de casa, comprendieron que aquella mujer les hizo un favor. Allí, “por lo que sea”, gustaron y les ofrecieron quedarse. Con las mismas, volvieron a España congelando la propuesta, acabaron las cinco asignaturas que tenían pendientes y regresaron al estado mormón.

Sin tiempo para acudir a su propia graduación y “caminar por el escenario”, como dicen los americanos, con apenas 23 años Mario se puso al frente de una clase de sexto grado y Alberto, de quinto, en la escuela elemental de Canyon Creek en Farmington, dentro del Condado de Davis. Impartían un programa de inmersión con materias en español y, al poco tiempo, ya comenzaron a dar sus clases en inglés. Al principio eran profesores “sin más”, pero empezaron a innovar de un modo en que llamaba la atención, especialmente por aplicar sin rubor la tecnología en el aula. “Eran técnicas no vistas en ningún sitio hasta ese momento, formas de enseñar diferentes. Eso empezó a tener mucha atracción y hubo gente a la que le empezó a interesar lo que estábamos haciendo”, recuerda Alberto.

Con “gente” se refiere a colegas que viajaban de otras partes de Utah, incluso de fuera del estado, llegando a tener a congresistas y senadores viendo los que dos imberbes salmantinos hacían en sus clases. Mario, eso sí, matiza que al principio hubo cierto escepticismo. “Como somos muy ‘frikis’, habíamos estudiado mucho y sabíamos cómo queríamos montar nuestra clase. Es cierto que había directores y compañeros pensando ‘¿pero qué hace esta gente?’ Pero claro, al final de año llegan los resultados”, señala. Y al comparar sus clases con el propio colegio y con el resto del estado, sus alumnos estaban entre diez y 15 puntos por encima de la media. “Algo estarán haciendo bien”, debieron opinar entonces los escépticos. Y más, cuando de las visitas al aula pasaron a las invitaciones a eventos.

Los ‘eTwinz’

Los gemelos salmantinos se dieron cuenta de que les querían escuchar y de que, realmente, tenían algo que compartir con el mundo. Empezaron a participar en eventos “de un lado para otro”. Cada vez eran más y por todo Estados Unidos, también Europa con París y Londres. Para 2018 les estaban planteando colaboraciones estables con distintas entidades, “ya como asesores”, por ejemplo, para digitalizar formaciones. Fue cuando nació su empresa de consultoría educativa, ‘eTwinz’, con la que han trabajado para instituciones, universidades, startups, ONG y multinacionales, como Microsoft o Adobe, en su rama de educación. Mientras, habían acabado un máster en español para extranjeros y estaban empezando un doctorado.

Y llegó la pandemia. Hicieron ‘click’. «Resulta que aquello en lo que nosotros estábamos especializados es lo que empezó a hacer falta en todos lados”, comenta Alberto, mientras Mario apostilla que el confinamiento, de hecho, supuso un “tsunami” de peticiones que les obligó a trabajar entre 12 y 14 horas al día. Así que hicieron ‘crack’. “Llegó un punto en el que hubo que elegir. Recuerdo un día que Mario llegó a casa y le dije que teníamos que hablar, que yo no podía seguir haciendo eso, ya por tema mental, de estrés y agobio”, reconoce el mayor. “Es que eran dos trabajamos a tiempo completo más un doctorado. Era imposible, se nos fue de las manos. O colegio o empresa”, confirma su hermano.

Así que tomaron la decisión de seguir con la empresa porque les daba la oportunidad de acercarse a casa, puesto que ya echaban de menos a su familia. Y así lo hicieron. Conservan clientes de Estados Unidos, pero están en fase de expansión en España y operan desde Salamanca y Valladolid. Esta semana, sin ir más lejos, será larga. De un evento en Houston a otro en Madrid en apenas cuatro días, después Valencia y, al día siguiente, Granada. Toda una gira que concentra aún más fechas en enero cuando les espera un periplo de seis ciudades norteamericanas en apenas cinco semanas. “Lo peor son las horas de vuelo”, suspira Alberto, quien ya se teme la ‘paliza’ hasta Texas vía Charlotte, después de haberse levantado con el cuello ‘a la virulé’.

Metodología docente

Tanto viaje se justifica en la oportunidad de difundir una metodología docente “distinta” que pretende romper con el paradigma educativo y acabar con ciertas técnicas obsoletas de la educación tradicional. Y no solo a través de la tecnología como herramienta, sino poniendo la pedagogía “en el centro” de todo el proceso. “Nos consideramos facilitadores del contenido, no lo enseñamos. Ofrecemos diferentes estrategias para que el niño lo vaya descubriendo y vaya creando con ello”, explica Alberto. “Puedes decirle a un niño que vaya a la página 55 de un libro donde encontrará las partes de este café o puedes decirle que produzca un podcast de investigación en el que analice la evolución de la cerámica o cómo el café ha cambiado la sociedad en que vivimos”, ejemplifica Mario.

Los ‘eTwinz’, además, aplican en sus clases el modelo ‘50/50’ por el que el estudiante tiene que hablar “al menos la mitad del tiempo”, de modo que el flujo informativo no sea unidireccional. Fomentan el pensamiento crítico y priorizan el proceso frente al resultado. “No enseñamos para el examen. Hablemos, por ejemplo, de realizar un proyecto para construir una torre. Si tú te centras solo en la torre, en cómo queda, el niño va a poder utilizarla en una única situación, que es en ese proyecto. Pero si te centras en el proceso y en los mapas mentales que está creando, será aplicable en muchas situaciones diferentes”, amplía Mario, mientras su hermano trata de diferenciar datos que “puede mirar en el móvil” de aquellos que realmente son «básicos y necesarios para el día de mañana”. Y no, entre esos no están los Reyes Godos.

Además, los gemelos se centran en crear materiales adaptados a las necesidades específicas de cada niño, mientras tratan de huir del sistema “memorístico y repetitivo”, heredero de la Revolución Industrial que, según advierten, “sigue educando a personas para que sean eficientes en una fábrica o una oficina”. “Antes tenías dos opciones: memorizar todo o ir con una enorme enciclopedia bajo el brazo. Había que cubrir la necesidad de la falta de información, pero ahora ocurre lo contrario, hay exceso, muchas ‘fake news’ y noticias sesgadas”, que los ‘eTwinz’ tratan de enseñar a discernir. En este sentido, Alberto cita la investigación anual del World Economic Forum que recoge las habilidades necesarias para ser exitosos en el mundo laboral del mañana. “Entre las diez primeras nunca está la memorización. Arriba están el pensamiento crítico, el liderazgo, el pensamiento computacional y está subiendo mucho la influencia social”, enumera.

Su principal diferenciación, eso sí, es la aplicación de la tecnología, aunque tienen muy claro que no se puede meter “con calzador”. “¿Esta herramienta te va a permitir hacer algo que no podrías hacer sin ella?”, según Alberto es la pregunta. Y Mario responde: “Si su uso lleva tu proceso a otro nivel, ahí es cuando tienes que utilizarla”, contando siempre con que “la tecnología nunca en la vida va a sustituir a la pedagogía, ni las relaciones personales y la conexión que puede haber entre un profesor y un alumno”. Una idea que ilustran recuperando el caso de un centro californiano que invirtió unos 2,2 millones de dólares en iPads “para todos” que tuvieron que devolver al darse cuenta de que no sabían qué hacer con ellos.

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