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Cómo empezó la despoblación y se convirtió en una ideología

La gente que los vota tiene tendencia al centro-izquierda
Un pueblo salmantino.

El trabajo titulado ‘Un estudio multidisciplinar de la España vacía: retrospectiva y prospectiva’, llevado a término por investigadores de la Universidad de Salamanca con financiación de la Fundación Alternativas, atribuye a los votantes de movimientos de la España Vaciada una “ligera tendencia” al centro-izquierda, a pesar de reconocer una estrategia de ser transversal en el eje izquierda-derecha con la intención de ejercer como “partidos bisagra”.

J.M.A. / Ical.-  Es una de las conclusiones del estudio, presentado este martes mediante una mesa redonda con la participación de los autores, que aborda este nuevo concepto e incipiente fenómeno político desde diferentes puntos de vista. Comenzando con una amplia exposición del contexto preexistente, la investigación propone una primera mirada geográfica e individual de los sujetos más afectados por la despoblación. Posteriormente, desde una perspectiva política, se analizan las líneas discursivas de las diferentes agrupaciones para acabar estudiando las conversaciones en Twitter generadas en torno a esta temática.

El debate estuvo moderado por el vicepresidente ejecutivo de la Fundación Alternativas, Diego López Garrido, quien advirtió al inicio de su discurso que es trata de un asunto “relevante y estructural”, de hecho, “verdaderamente importante en muchos países de Europa, y muy visible en España”. Según sus datos, aproximadamente la mitad geográfica del territorio español forma parte de este fenómeno, ya que albergo a solo 7,3 millones de habitantes, apenas el 16 por ciento de la población total.

Algo que, según indicó, tiene su origen en el fenómeno de la industrialización comenzado en los años 60 y que llevó a una gran parte de los ciudadanos de la España rural a trasladarse a las ciudades para trabajar en las industrias. Esto, a su vez, llevó aparejado un descenso de servicios públicos y deterioro de las infraestructuras en los territorios despoblados que generó “una especie de círculo vicioso”.

De igual modo, se ha trasladado a la vida política, generando agrupaciones de electores que ya tienen representación parlamentaria en distintas administraciones. Y el debate está localizado en la Comunidad, ya que de las once provincias españolas con menos densidad de población, siete están en Castilla y León.

El análisis geográfico del fenómeno correspondió a Álvaro Sánchez-García, investigador predoctoral en Geografía Política y División Rural-Urbana de la Usal, a la postre uno de los cuatro firmantes del estudio, quien explicó que “en un sentido social, la despoblación es la representación de los problemas por los que personas en declive socioeconómico se ven obligadas a emigrar a las ciudades”.

De este modo, se crean territorios descapitalizados que siguen perdiendo habitantes por la falta de oportunidades, lo que genera “malestar social y deterioro en un sentido económico”. Así, según el investigador Sánchez-García, caen a una “espiral negativa” en la que, además, pierden financiación pública, aquella que va a aparejada al volumen de población, por la caída de habitantes. De hecho, la despoblación en sí misma hace que los municipios sean “más inhóspitos y menos atractivos para vivir”.

El estudio utiliza para su análisis el censo predoctoral de las pasadas elecciones autonómicas en Castilla y León. Con esa muestra, los investigadores concluyen que el fenómeno de la despoblación y sus consecuencias preocupa más a las personas que viven, o bien en pueblos muy pequeños o bien en ciudades muy grandes.

“Pensamos que son las que se han visto obligadas a emigrar, por un lado, y obligadas a quedarse sin servicios, por otro”, valora Sánchez-García, quien extrae un perfil que responde con hombres de edad avanzada, en activo, con un nivel alto de preparación y en un espectro político de centro, centro-izquierda. Además, los pueblos se vacían son los que más alejados están de la capital de provincia. Introduce, por otro lado, el fenómeno del “resentimiento rural”, que responde a una “desafección política” debido a cierta “insatisfacción por el lugar en el que viven”.

Por su parte Emma Turiño González, investigadora predoctoral en Género, Democracia e Ideología de la Usal aborda la ruralidad desde tres puntos de vista: el demográfico, el ocupacional y el cultural. “El primero es objetivo, son datos, cuando la gente que se va es más que la gente que se queda. El segundo es complicado de abordar porque no hay muchos datos sobre la gente que no está trabajando en el sector agrario, y el tercero es muy subjetivo”, manifiesta.

Si bien recordó que la dinámica de la industrialización que está en la génesis del fenómeno es “natural”, advirtió que las consecuencias de que se produzca ese trasvase de habitantes para la gente que decide quedarse “puede no serlo”. “Ha sido traumático ver cómo dando igual la situación del país este problema era constante”, apuntó.

Según la cifras que ofreció, en España más de 4.700 municipios de menos de 1.000 habitantes. “Tiene que haber un debate necesario entre las agrupaciones políticas para ver de forma pragmática cómo se cohesionan los territorios para mantener los servicios públicos”, apostilló, recordando que existen lugares con problemas como una “casi nula” cobertura de internet, lo que afecta a las comunicaciones, y un “lento” proceso de desagrarización, en el plano ocupacional. “Se habla de que para la modernización tiene que haber un cambio en la disposición de la población para insertarse en dinámicas que están muy alejadas de su forma de vida habitual e igual no es tan necesario. Es un debate que está en las agrupaciones de la España Vaciada”, agregó, introduciendo la vertiente política.

En último lugar, intervino Rubén Cuéllar Rivero, investigador predoctoral en Comunicación Política, Medios y Polarización de la Usal, también firmante del estudio, quien remontó al año 1999 la aparición de las primeras agrupaciones de este estilo, mencionando Teruel Existe y Soria Ya.

Apuntó, además, que nacen en la dirección opuesta a movimientos que se oponían a la instalación de instituciones como cárceles o centros de drogodependencia en un municipio determinando, haciendo lo contrario, reclamando para sí cualquier tipo de infraestructura con el objetivo de dinamizar. “Poco a poco hay contactos y se van unificando los discursos políticos. La preocupación ha ido subiendo más, al mismo tiempo se produce una legitimación por parte de la prensa local y también por muchos investigadores y académicos que han aportado su visión”, señaló.

Cuéllar Rivero explicó el fenómeno en varios factores. El primero, sobre la ruralidad y su reivindicación, o como pasa “de victimista a proactivo”, de exponer unos problemas a plantear alternativas. El segundo corresponde con la parte objetiva de la despoblación y el tercero con el agravio comparado, es decir, “el abandono institucional y el incumplimiento sistemático de los discursos políticos”.

Además, aprecia una apuesta estratégica por la transversalidad política en el eje izquierda-derecha y un discurso de la oportunidad única. “O ahora o nunca”. Por último, explicó su crecimiento en la madurez del movimiento político, la eclosión de partidos y la fragmentación parlamentaria que permite que un solo diputado tenga mucho peso en la elaboración de los presupuestos.

El investigador en Comunicación Política separa este fenómeno de los nacionalismos periféricos porque “no hay reivindicación identitaria”, sino un discurso “mucho más material”, pero sí advierte un conflicto “entre lo rural y lo urbano”.

“La apuesta estratégica por ser transversales tiene el sentido de intentar ser un partido bisagra. Pero, por ahora, la gente que ha votado a la España Vaciada tiene una ligera tendencia al centro-izquierda”, manifestó. Así, a nivel programático, apuntó que la mayoría de las propuestas requieren una “alta intervención del estado “y reformas estructurales, algo “poco habitual en partidos de derecha”.

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