Opinión

Bipartidismo

[dropcap]L[/dropcap]os que sienten nostalgia del bipartidismo (muy activos estos días) sienten nostalgia de un turnismo, un sistema de intercambio de cromos donde lo que más importa son los intereses de los partidos y lo que menos los intereses de los ciudadanos. Es decir, sienten nostalgia de un partidismo por partida doble, de un sistema cerrado donde la corrupción crece a sus anchas y las reivindicaciones ciudadanas no llegan.

Lo abundante y grave de nuestra corrupción, que no ha dejado fuera ni a la justicia ni a la jefatura del Estado, no es casual. Se debe a largos años de bipartidismo y cambalache.

Esto lo sabían perfectamente los ciudadanos que se manifestaron el 15M, que vieron como PP y PSOE (PPSOE) volvían a ponerse de acuerdo para que la factura de la estafa financiera de 2008, la pagaran sus víctimas, los ciudadanos de a pie, mientras sus privilegios y prerrogativas permanecían intocables.

Si Rajoy aplicó con mano de hierro (a los demás) el austericidio (que traducido es una muerte por austeridad no solo injusta sino inapropiada y contraproducente desde el punto de vista económico ), Zapatero facilitó esa jugada y abrió nuestra Constitución a su reescritura por parte de los bancos alemanes.

Hemos visto un amago de retorno al espíritu bipartidista estos días cuando algunos presidentes autonómicos del PSOE aplaudieron la iniciativa del PP de bajar los impuestos a los más ricos, que si lo pensamos bien no es sino un nuevo intento (reciclado) de aquello otro de entonces, el austericidio, que no solo los expertos sino sus mismos autores (Merkel) consideraron luego un error: que la factura de la crisis (o las crisis en plural) la paguen los mismos de siempre, es decir los que menos pueden pagarla.

No sé si los presidentes autonómicos del PSOE (los de siempre) que les faltó tiempo para decir que se apuntaban al invento de Feijoo y Díaz Ayuso de bajar los impuestos a los muy ricos, a la vista de lo ocurrido con Liz Truss en Inglaterra han recapacitado sobre lo evidente de su impericia y lo imprudente de su velocidad.

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