Ilustrativo y original así ha sido el homenaje que rindió el periodista Paco Gómez a Miguel de Unamuno este sábado en el aniversario de su muerte, un 31 de diciembre de hace 86 años, en el cementerio San Carlos Borromeo.
La asociación Memoria y Justicia de Salamanca eligió al periodista de RTVCyL para que realizara la tradicional ofrenda floral en el nicho 340 del cementerio San Carlos Borromeo, lugar donde reposan los restos del escritor vasco desde aquel frío día de invierno desde hace casi nueve décadas.
Paco Gómez ideó su recuerdo a Unamuno como si de una particular ‘Guerra de los Mundos’ de Orson Welles se tratase. Desde una imaginaria emisora, el periodista recreó las horas posteriores a la muerte de Miguel de Unamuno.
Fue contactando con los periodistas que estaban distribuidos por los puntos ‘calientes’ de la noticia. Ellos fueron narrando cómo se encontraba la familia y la consternación que produjo la muerte del escritor en Salamanca.
Hay que recordar que Unamuno llevaba ‘exiliado’ en su domicilio de la calle Bordadores desde, que se enfrentó a José Millán-Astray, el 12 de octubre en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca.
Ese un 31 de diciembre de 1936, Salamanca era el cuartel general de Franco, por lo que en la capital se encontraban numerosos corresponsales de guerra de todo el mundo. Y, Unamuno era conocido en todo el planeta. Al principio, se pensó que el entierro del escritor se haría en secreto, pero se desterró de inmediato la idea.
Paco Gómez contactó con un compañero apostado en la casa del escritor, pudo hablar con la última persona que conversó con él y quién en ‘caliente’ gritaba no haber matado a Unamuno, Bartolomé Aragón Gómez; con una de sus hijas.
Ofreció a sus ‘oyentes’ la posibilidad de escuchar a una hija de Unamuno, quién contó que al volver a casa después de ver unos belenes, ya estaba su padre muerto, tendido en la camilla.
También narraron cómo fue el sepelio, quién acompañó al féretro y que al final, la Universidad de Salamanca, le devolvió su birrete de Rector.
Luis Miguel Santos, biznieto de Unamuno, fue uno de los que en el cementerio, frente a la tumba del escritor, pudo escuchar cómo vivió la familia, la comunidad universitaria y los salmantinos la muerte y el entierro del intelectual vasco.
El presidente de la asociación Memoria y Justicia de Salamanca, Julio Fernández, explicó que para ellos Unamuno fue un represaliado más de un régimen que acabó con un Gobierno legítimamente constituido. “Unamuno luchó con la fuerza de la razón” y recordó unas palabras que Ortega y Gasset pronunció con motivo de la muerte de Unamuno, que temía que al morir Unamuno “nuestro país parezca una ola de atroz silencio”.