[dropcap]E[/dropcap]ste es un tema muy preocupante para los padres y sobre todo para los hijos que lo sufren. El acoso es un hostigamiento que se produce por parte de un grupo de iguales a otro igual, o bien de persona a persona.
Se produce en todas las edades, pero es más habitual en la etapa de secundaria y últimos cursos de primaria, quizá en estas edades los padres bajan la guardia y controlan menos la actividad de los hijos al ser más autónomos.
Los padres tienen que estar atentos a las señales evidentes que pueden avisar de un posible acoso como son:
Cambio de actitud: tristeza, miedo, ansiedad o por el contrario rebeldía.
Algunos hijos sienten pánico a ir al colegio y pueden llegar a enfermar.
Los hijos suelen tomar dos posiciones, por un lado contar el acoso u ocultarlo por miedo a las re-presalias de los acosadores.
Algunos tipos de acoso suelen ser:
Verbal: humillaciones, insultos o burlas.
Escrito a través de mensajes en el teléfono móvil y redes sociales.
Agresiones físicas: zancadillas, empujones, encerronas en baños, pasillos, palizas en patios, gim-nasio y salidas del centro escolar.
Ante este problema, ¿Qué pueden hacer los padres?
En primer lugar hablar con los hijos, recoger todo tipo de información, lo más objetiva posible e intentar contrastarla con los profesores del centro y con los padres de los amigos.
Informar al servicio de orientación del centro como así mismo al equipo directivo y al servicio de Inspección.
Buscar ayuda psicológica, si fuera necesario.
Intentar un cambio de centro si la Inspección lo admite y considera necesario y en el peor de los casos realizar la correspondiente denuncia policial.
Para terminar, aconsejo a los padres que desde que sus hijos son pequeños, les escuchen detenidamente aunque los problemas que preocupen a los niños parezcan insignificantes, para los niños pueden ser grandes.
Si se quiere obtener una confianza con los adolescentes hay que cuidarla y ganarla desde que son pequeños.
Las amenazas de las redes sociales son cada vez mayores, por eso los padres tienen que asesorar y proteger a sus hijos. La prevención siempre es mejor que la curación.
Controlar los contactos es vital para evitar males mayores.