En primera persona, ser periodista en zona fronteriza

Raúl Márquez, periodista venezolano, narra cómo es trabajar en la frontera venezolana con Colombia (Parte I )
Puente Internacional Simón Bolivar.

Vivo en el estado Táchira, en el occidente de Venezuela, a unos 900 kilómetros de Caracas, en la frontera con Colombia. Desde hace 12 años trabajo como periodista en una de las fronteras más activas del mundo. Ejercer el oficio en esta región de América Latina es algo complejo. 

Desde el lugar donde habito, hay dos rutas para llegar a tierras colombianas. Una de ellas nos lleva al Departamento de Arauca, pasando por el estado Apure, en un recorrido que puede durar unas dos horas y media.

El otro punto de acceso a Colombia se encuentra en las poblaciones de San Antonio del Táchira y Ureña, donde encontramos los puentes internacionales o las llamadas trochas o sendas ilegales.

En los últimos años, este trayecto ha constituido la vía empleada por miles de venezolanos para escapar de la crisis, en una de las olas migratorias más grandes de la historia moderna. De hecho, cifras de la ONU la ubican en más de 5 millones de migrantes.

Con una línea limítrofe que abarca 2.219 kilómetros, algunas particularidades caracterizan las relaciones fronterizas. En algunos casos, similitudes que unen a ambos pueblos, o diferencias que cohabitan y crean ámbitos muy propios de estas localidades.

Por ejemplo, ante la desvalorización del bolívar, que es la moneda venezolana, el peso colombiano es el que se utiliza para las transacciones comerciales. Ni siquiera el dólar, utilizado con mayor preponderancia en las demás regiones de la nación petrolera, le ha quitado ese sitial.

Hace cuatro años, cuando Venezuela vivió una grave crisis que se tradujo en el desabastecimiento de productos de primera necesidad –como leche, arroz, harina, pastas, entre otros-, miles de venezolanos viajaban desde cualquier punto del país a la ciudad colombiana de Cúcuta para adquirirlos. Para ello, en algunos casos, vendían prendas de oro, laptops, móviles y hasta sus cabellos.

Otro factor a tomar en cuenta es la presencia de grupos armados irregulares colombianos que desde décadas operan en el eje fronterizo, extorsionando (cobrando ´vacunas´) y, en algunos casos, fungiendo de ´jueces de paz´, es decir, resolviendo conflictos, que pueden ir desde nimiedades domésticas hasta querellas  por ganado o tierras.

Este contexto influye, sobremanera, al momento de reportear, de cubrir ciertas informaciones, pues la población, en muchos casos, guarda silencio, sobre todo, cuando se trata de la fuente de sucesos o de política.

Ante esto, hay que actuar con cautela cuando se trata de informaciones relacionadas con asesinatos o secuestros en esta región venezolana.

Por. Raúl Márquez (Táchira, Venezuela)       

 

 

 

 

 

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