Un año más, los salmantinos acudieron al cementerio en el Día de los Santos para honrar la memoria de sus difuntos.
Como suele ser habitual, en los accesos a la necrópolis se instalaron los tradicionales puestos de venta de flores, roscas y churros.
La afluencia de ciudadanos fue constante a lo largo de toda la mañana y en las tumbas quizá se veían menos flores que otros años y mayor presencia de las de tela.