Don Filiberto Villalobos marchando a lomos de una mula, ya fuera para atender a un paciente que no se podía desplazar a su consulta, ya fuera para hacer campaña electoral pueblo a pueblo, puerta a puerta. Esta mula era su coche oficial.
Y llegaron los del Golpe del 36 y lo encarcelaron además de privarle de su legítimo patrimonio que nadie pudo probar que no fuera legalmente obtenido con su esfuerzo y con ingresos de negocios familiares de su esposa.
Los cargos fueron múltiples con el ánimo de que de alguno fuera culpable. A saber:
-
- Haber pertenecido a la masonería.
- Su hostilidad a la Iglesia.
- Las obras realizadas en los pueblos.
- Haber hecho alianzas electorales.
- Convertir en feudo el distrito de Béjar.
- Utilización fraudulenta del presupuesto del Ministerio de Instrucción Pública.
- Haber sido ministro protector de maestros marxistas.
- Haber sido agente de enlace entre el Sr. Alcalá Zamora e Indalecio Prieto.
- Haber aceptado del Acta de Diputado después de las elecciones de Febrero del treinta y seis.
- Su -hipotético-nombramiento como Presidente del Consejo de Estado por el Gobierno español después de Julio de 1936.
Todas las mentiras fueron contestadas por él personalmente una a una desde la cárcel y como tenía la conciencia muy limpia pudo superarlo sin caer en depresión.
Lo que, y lo cuenta él en cartas desde la misma cárcel a familiares y amigos -como los hijos de D. Miguel de Unamuno-, no pudo nunca superar fue el vacío que le hicieron los salmantinos que conocían bien toda su trayectoria, bien como médico, bien como político, bien como mecenas y así cuando logró salir de prisión dejó de pasear por su Plaza Mayor y asistir a tertulias en el Casino y otros lugares de su querida Salamanca.
Tuvo que llegar su muerte y entierro, pasados muchos años, cuando esos mismos salmantinos que le dieron la espalda lo acompañaran en su último paseo terrestre y antes de subir al cielo, ya que contrariamente a sus carceleros, D. Filiberto era cristiano creyente aunque no muy de misa y comunión diaria como se exigía por los del nacional catolicismo.
En fin, gracias don Fili, merecido tuvo el cielo.
Foto: Contraportada libro Sueños de Concordia. Filiberto Villalobos y su tiempo histórico 1900-1955 Editada por Caja Duero.
Por. José Luis Salamanca.