La construcción salmantina ha entrado en la UVI para quedarse durante una larga temporada. El sector detonante del estallido de la burbuja inmobiliaria y de la crisis, ha sido una de sus principales víctimas. En la actualidad, en Salamanca se vende la cuarta parte de los pisos que justo antes del inicio de la depresión.
Es más, las ventas se encuentran en niveles más propios de finales de los años ochenta y primeros noventa, cuando España era una economía mucho más modesta.
Los salmantinos no tienen dinero para embarcarse en la aventura de un piso, acuciados por el paro, y ya nadie se acuerda de los años de la fiebre compradora.
De hecho, durante los dos últimos ejercicios, en Salamanca se han cancelado más hipotecas de las que se han constituido. Por cada diez que se contratan se cancelan trece. Pero, es que, incluso en 2013 también se frenó el ritmo de cancelación de hipotecas y este indicador comienza a dar síntomas de agotamiento.
Se cancelan menos, pero las ventas siguen en mínimos de las dos últimas décadas. El año pasado se vendieron en Salamanca 1.213 viviendas, un 81 por ciento menos que en 2007, a un ritmo de cuatro al día, frente a las 17 diarias de promedio que se alcanzaron el año previo al estallido de la crisis.
Un mes más que todo un año
Hay un dato igualmente esclarecedor. Sólo en mayo de 2007 se formalizaron 815 hipotecas (cuatrocientas menos que en todo 2013) por un importe de 102 millones de euros (un millón de euros menos que en todo 2013 debido a la caída de la demanda y de los precios de los pisos).
Si echamos la vista un poco más atrás, ahora se vende la mitad de pisos que en los noventa, cuando no había burbuja inmobiliaria ni se la esperaba (todo empezó con la liberalización del suelo de 1997).
Claro, se desploman las ventas y la deuda hipotecaria contraída por los salmantinos, que el año pasado formalizaron hipotecas por un importe total de 103 millones de euros, 752 millones menos que en 2007, y cincuenta millones menos que en 1999.