[dropcap]S[/dropcap]i hablamos de nuestro tiempo y de nuestra condición posmoderna ¿Qué fue primero, el catecismo o los corruptos?
Cuestión tan peliaguda como aquella del huevo y la gallina, que Richard Dawkins tenía clara: primero fue el gen (el huevo) y después toda una variedad de instrumentos útiles (o no tanto) para reproducirlo con mayor o menor fidelidad, y entre ellos la gallina.
Pero volvamos a la cuestión primera, que también es de orden evolutivo. Nos inclinamos por pensar que había un catecismo (neoliberal) y a los corruptos les vino bien. Aunque también pudo suceder que los corruptos alumbraran y dieran forma a ese catecismo.
Y en torno a toda esta teología del dinero, otra pregunta: ¿Qué aliciente o qué sentido puede tener pertenecer a una Europa en la que el poder político (que se dice democrático) se somete al poder del dinero, y en la que se consienten los paraísos fiscales?
Saco mi dinero de España, de la que me he embolsado no pocas ayudas públicas (que salen de los impuestos de los ciudadanos españoles), y me lo llevo (con las ayudas recibidas) a Holanda, donde tributo menos.
España y Holanda no están, respectivamente, en las antípodas de la Tierra, sino que pertenecen -en teoría al mismo conglomerado político.
Que es lo mismo que se puede afirmar, de momento, de Madrid y Cáceres. Salvo que sea mentira, tanto en un caso como en el otro.
Un modelo neoliberal, este de los tránsfugas holandeses, que vemos replicado en el Madrid de Ayuso, como paraíso fiscal de los tránsfugas españoles.
Efectivamente, parece que pertenecer a conjuntos supuestamente integradores (se llamen Europa o se llamen España), pierde sentido y lógica cuando lo que subyace a una tramoya totalmente huera es un claro impulso hacia la desintegración de toda aspiración colectiva guiada por el bien común.
Sobre este tipo de «políticas» separatistas y plutocráticas no puede sostenerse ni mantenerse en el tiempo ningún sentimiento de pertenencia, y solo veremos la proliferación de paraísos fiscales, de reyezuelos paletos y corruptos que se creen los reyes del mambo, y el triunfo final del individualismo selvático.
Después vienen los Trump y ese tipo de personajes que ponen la guinda a un pastel bastante indigesto. No se extrañen tampoco si Feijóo de la buena gente, apoya, o incluso aplaude, a este tipo de patriotas que arramblan con todo lo que pillan y se lo llevan a su paraíso fiscal.
¿Y tú me preguntas por qué están desapareciendo nuestros servicios públicos y empeorando nuestras pensiones?
Si atendemos por otra parte a la corrupción que nos inunda, hablemos de la corrupción inabarcable del PP, o de la no menos cochambrosa y cutre del PSOE, veremos que en todas ellas subyace un mismo común denominador: primero un mismo dogma catecúmeno, el neoliberalismo, después veremos al dinero público libre de todo control y robado a manos llenas para aumentar el patrimonio personal.
Es lo que los monaguillos del catecismo llaman «seguridad jurídica».