Opinión

La unión hace la fuerza

Un grupo de personas unen sus manos. Imagen de Mohamed Hassan en Pixabay

No descubro nada nuevo si digo que nuestra sociedad es cada vez más individualista. El concepto de lo colectivo se esfuma día a día en un mundo en el que nos han tratado de convencer de que de manera individual todo se puede conseguir (en algunos casos de manera más eficaz que colectivamente).

Esta involución, ya de por sí peligrosa pues somos seres sociales y toda nuestra evolución se debe a la interacción y colaboración entre los individuos, es bastante nociva si lo trasladamos al terreno de lo laboral.

Los que trabajamos a diario en ello, sabemos que esta individualidad en lo laboral es algo nefasto y que nunca conduce a buen fin para la parte débil de la relación laboral. Un simple ejercicio mental de plantearse de dónde vienen las condiciones laborales propias debería de servir. Pararse a pensar quién negoció su convenio colectivo, quién forzó la subida del SMI, quién está detrás de la revalorización a IPC de las pensiones… y como serían sus condiciones de trabajo si él mismo tuviese que sentarse cara a cara delante de su jefe a negociar su salario, sus vacaciones… en definitiva sus derechos.

Al igual que a la hora de plantear un conflicto ante la empresa: una concentración de una persona, bandera incluida… las carcajadas de su empleador se escucharían hasta en Pernambuco. Esto es algo que también solemos ver sin ser conscientes de ello: cuando en una empresa o un sector productivo las reivindicaciones se hacen sin fisuras, con un apoyo masivo, al final se consiguen.

Si yo lo entiendo, de verdad. Es bastante fácil sacar pecho y decir que el papel de los sindicatos en la actualidad es irrelevante cuando se está cómodamente amparado por una legislación laboral que garantiza derechos impensables hace 100 años. Derechos que se han conseguido con mucho esfuerzo (a veces incluso con la vida) de todos los sindicalistas que nos han precedido.

Y es que los hombres que fundaron la Unión General de Trabajadores hace casi 140 años, lo tuvieron claro. Así, emulando lo que había sucedido en otros países que se industrializaron antes que el nuestro, fueron conscientes de que la única manera de defender mejores condiciones de vida para la nueva clase social surgida de esta industrialización no era otra que permanecer unidos y luchar unidos.

Porque se puede matizar hasta el infinito, y poner todos los “peros” posibles, pero la única manera de conquistar y mantener derechos, en este caso laborales, es la unión. Y aunque parezca una muletilla hoy en día está en plena vigencia que: la unión hace la fuerza.

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