Todo está permitido en la guerra y en el amor, raza un dicho, como hay otro que asegura que al enemigo ni se le menciona. Quizá en todos los comicios haya habido guerra sucia con los carteles electorales, pero en estas elecciones municipales del 28M está siendo cruenta. Será por el gran número de partidos que competen por el disputado voto del electorado capitalino.
Estando en Salamanca, donde lo que la naturaleza no da, Salamanca no lo presta, se puede afirmar que ni todos los que estudian son letrados, ni todos los que van a la guerra son soldados. O lo que es lo mismo, hay que respetar al adversario, si quieres que éste te respete a ti.
Sin dejar la sabiduría popular. El que tonto se fue a la guerra, tonto volvió de ella. Algo así debe de pensar el votante, cuando ve que habiendo tantos expositores repartidos por plazas y confluencias de calles y viendo que no están completos, es una necedad poner el cartel de un partido político encima del que ya está colocado.
Las elecciones municipales -Salamanca capital- de este 28M están dejando imágenes donde todo vale por tapar al contrincante. La elegancia no es destacar, es ser recordado.