El historiador salmantino Emiliano Zarza ha estudiado y escrito varios libros sobre la figura del X Duque de Béjar, Don Manuel de Zúñiga, una de las figuras más importantes del ducado y el único que está enterrado en la ciudad textil. Además, durante su vida protagonizó tanto gestas militares como milagros.
La corta vida de Don Manuel de Zúñiga (1657-1686), que apenas llegó a vivir treinta años, estuvo marcada por el desempeño militar, destacando su participación en el sitio de Buda (1686) y la dedicación religiosa. “Es un personaje muy barroco, del siglo XVII, en el que se conjugan tanto la religiosidad extrema como el valor de carácter militar”, resume el historiador Emiliano Zarza, que ha escrito tres libros sobre el X Duque de Béjar.
Tal y como explica, “hay varias gestas que lo han convertido en un personaje valeroso” y “se asocia su vida a varios milagros”. Si bien, Zarza también destaca que D. Manuel de Zúñiga se diferenció de la nobleza de la época, “que ya era muy cortesana y prácticamente no se dedicaba a lo militar”.
Por su parte, D. Manuel “tenía querencia por la vida militar y no le gustaba ni Madrid ni la vida cortesana”, ya que “prefería vivir en Béjar, Benalcázar y Sevilla”. “Todo ello genera un halo importante en torno a su figura”, destaca el historiador, calificando a D. Manuel como el titular más importante del ducado de Béjar, junto a D. Alonso (VI Duque), a quien Miguel de Cervantes dedicó El Quijote.
Don Manuel “vivió en Béjar más que en cualquier otro lugar” y, además, “está enterrado allí, tal y como él pidió, lo que le convierte en el único duque enterrado en la ciudad”, recalca Zarza. Si bien, “llegó a ser duque un poco por casualidad”. “Cuando su tío abuelo murió, el padre de D. Manuel se convirtió en IX Duque de Béjar, pero murió en apenas siete meses. Con lo cual, este se convirtió en X Duque de Béjar siendo muy niño, cuando tenía tres años, por lo que su madre fue la curadora”.
Dentro de la vida del duque, su hazaña más destacada fue su participación en el sitio de Buda -Budapest- (1686), “donde acudió como voluntario a la que se considera la última gran cruzada contra los turcos, ya que Castilla no participó oficialmente en ella. Estos habían tomado Viena y en Europa se instaló el miedo ante la posibilidad de un estado musulmán con capital en esa ciudad”.
Estando allí, dirigió a los voluntarios españoles y murió cuando apenas tenía 30 años. “Su muerte tuvo un gran impacto en la opinión pública de la época, lo que ha llevado a que apareciese en hojas volanderas del momento, y fuera protagonista de obras de teatro o poesías”. “En definitiva, la temática del miedo a la generación de un estado musulmán con capital en Viena, unido al hecho de que este duque hubiera capitaneado a los voluntarios españoles que combatieron allí, le dio una proyección muy importante en su época y le hizo muy popular”, añade.
Además, el X Duque de Béjar “protagonizó algunas otras gestas importantes”, llegando a convertirse en capitán del Tercio de Velázquez en Flandes y jugando un papel importante en las guerras contra la Francia de Luis XIV, especialmente en la batalla de la ciudad de Oudenaarde (Bélgica), “donde se cuenta que tras el asedio francés, la ciudad estaba en llamas y el propio duque, estando en un polvorín lleno de barriles de pólvora, sacó los rescoldos de fuego con sus propias manos. Además, se quedó en el lugar comandando la evacuación de la plaza, lo que evitó una masacre más que segura”.
Milagros
La otra parte fundamental de la vida del X Duque de Béjar fue “la milagrería, especialmente barroca”, lo que le valió ser considerado “como un santo” por la población española “cuando su cadáver volvía de Buda”. Entre algunos de los milagros que se le atribuyen, Emiliano Zarza destaca la curación de uno de sus hijos, que sufría ataques de epilepsia. “Uno de los días, en pleno ataque de epilepsia, puso a su hijo delante de una figura de la virgen, pidió que le curase, y le curó instantáneamente”.
“Otra vez, según iba de viaje a Budapest, sintió un deseo irrefrenable de parar en una isla que hay en el Danubio y nada más poner pie en el lugar, se encontró una medalla de la Virgen del Carmen. Eso en el contexto del barroco se interpretaba como una ayuda de la virgen a la figura de Don Manuel”, relata Zarza.
Sin embargo, lo que más ha “llamado la atención” del historiador ocurrió cuando el duque ya había muerto. “Se hicieron funerales prácticamente en todas las iglesias que habían sido jurisdicción suya. Una de ellas era la de Guzmán y, tras ello, estuvieron ardiendo velas y antorchas durante toda la noche. Al día siguiente, cuando se pesaron para pagar lo que hubieran mermado a sus propietarios, no es que no hubieran mermado, sino que habían aumentado su tamaño. Esto fue considerado un milagro y el expediente llegó al Vaticano”.
Libros
El historiador Emiliano Zarza es natural de San Miguel de Valero y comenzó a estudiar la figura del X Duque de Béjar cuando investigaba sobre el Marqués de Valero. Fruto de su trabajo, ha escrito tres libros sobre D. Manuel de Zúñiga, “todos editados por el Centro de Estudios Bejaranos, del que soy miembro”.
Estos son: ‘La participación del X Duque de Béjar, D. Manuel de Zúñiga, en el sitio de Buda (1686)’; ‘El buen morir del Buen Duque. Ars moriendi en don Manuel de Zúñiga’ y ‘Historia del Buen Duque Don Manuel de Zúñiga’.
Zarza “estaba un día en el Archivo de la Nobleza de Toledo buscando información sobre el Marqués de Valero. De repente, encontré un documento con datos sobre Don Manuel. Lo primero que vi es que era un personaje que había muerto a 2.000km de distancia. Entonces, te planteas ‘¿qué hace un duque de Béjar a 2.000km de distancia?’. Luego empecé a ver que estaba allí como voluntario, que era protagonista en poesías, en obras de teatro, toda su milagrería… Todo ello me llamó mucho la atención y a partir de ahí me olvidé un poco del Marqués de Valero y empecé a trabajar sobre Don Manuel”, concluye.