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La fórmula para elegir la sandía en su punto de madurez

A través del tacto o el oído

Para escoger una buena sandía, existen varias técnicas, que indicarán si la fruta está en perfectas condiciones o, por el contrario, le falta maduración o está seca. De esta manera, a través del tacto o el oído, los consumidores podrán comprobar si la carne de la sandía será jugosa, firme y roja. 

En primer lugar, hay que prestar atención al peso. Esto se debe a que una buena sandía pesa más de lo que parece antes de cogerla, lo que indica que está fresca y jugosa. Por el contrario, cuando la fruta pesa poco, significa que probablemente esté falta de agua y sabor. Además, tampoco se deben escoger aquellas que tengan grietas o protuberancias.

Otra de las técnicas consiste en dar unos golpes con los nudillos en la cáscara de la sandía. De esta manera, cuando suene a hueco significará que la fruta está buena y contiene mucha agua. Sin embargo, en caso de que el sonido sea más suave (como con eco o resonando), la pieza estará o bien seca o bien poco madura.

El estado de la sandía también se puede comprobar mediante el color. Estas frutas cuentan con una zona cuyo color pasa de ser verde a amarillo (la base que ha estado apoyada en el suelo). Cuando el color de esa zona sea amarillo oscuro, la fruta estará bien madura pero, si es amarillo chillón o verde, no ha alcanzado el punto ideal.

Finalmente, el olor también ‘delata’ a una buena sandía. En este sentido, cuando están en su punto para consumirse desprenden un olor dulce, sobre todo en la zona del péndulo. Por otro lado, si no hay olor significa que le falta maduración y, si es avinagrado, probablemente esté pasada.

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