Opinión

Por ahí no

Una pareja de jubilados (Pixabay)

[dropcap]E[/dropcap]fectivamente no hemos empezado aún, ni se sabe quién y cómo empezará, pero conviene ir diciendo ya, empiece quien empiece, si es que empieza alguien, que por ahí no. Y con más razón si quien empieza se dice progresista, porque entonces además de aconsejar que «por ahí no», nos obligará a señalar que «no era esto».

Quizás lo que más miedo da es que ese «por ahí», esa dirección unívoca y nociva que tanto daño puede hacer a quienes la sufran y a quienes la ejecuten (meros autómatas de un poder invisible) sea indiferente a quien la lleve a cabo, porque en realidad no deriva de ellos, aunque representen en teoría un mandato soberano, sino que deriva de algo superior, trascendente, teórico, impersonal, deshumanizado, que podemos denominar el «paradigma», y más concretamente el paradigma «neoliberal», tan ligado a la corrupción y el fraude que ya desregulación, neoliberalismo, y corrupción vienen a ser sinónimos.

El aspecto teorético, platónico, tecnócrata, y casi religioso, del llamado paradigma, no debe engañarnos. Ese paradigma indiscutible, ese pensamiento único al que se le quiere dar el rigor y la infalibilidad de las matemáticas (ya se hizo antes y enseguida los más honestos reconocieron el error, o lo que es peor, la mentira), encierra y defiende intereses muy concretos y de hecho muy pedestres, tan de carne y hueso como puedan ser los nuestros, y probablemente mucho más minoritarios.

¿Qué cosas no conviene comprarle a este paradigma tan envanecido que casi se pretende de inspiración divina? O dicho de otro modo: ¿Qué cosas deberían condicionar nuestro voto y nuestra acción política contra la pérdida de derechos y la involución social?

Pues cosas tales como el retraso de la edad de jubilación, entre otros motivos porque si la jornada de ocho horas fue una conquista progresista y humanista, el retraso de la edad de jubilación no puede ser ni una cosa ni la otra, y además contradice y falsea a la primera.

Un ser humano no es sólo ni principalmente carne y hueso para el trabajo, sino que la dignidad humana (aquella de la que ya hablaban los sabios renacentistas) exige tiempo libre, tiempo vital disponible para otros desarrollos. Aprendamos de la «resistencia» francesa contra el retraso de la edad de jubilación.

Tampoco conviene comprarle al paradigma platónico-neoliberal, que siempre será de extrema derecha, el pago de peaje en las autovías, y más en un tiempo en que a un número ingente de ciudadanos ya les cuesta un ojo de la cara y casi los dos, echar combustible a su coche para ir a trabajar, o comprar alimentos sanos y saludables.

Sobre este tema, enfocado desde el punto de vista literario, con su condimento de absurdo kafkiano, que es
el que le conviene, recomiendo leer uno de los últimos artículos para El País de Juan José Millas, titulado «El peaje».

Y es que el «paradigma» efectivamente tiene una potente e inagotable vocación de pesadilla kafkiana de la que conviene despertar. Estar despiertos y ser conscientes, es el presupuesto básico para no creer en el paradigma, que es un cuento inspirado en última instancia por los bancos, la plutocracia, y sus intereses.

Tampoco debemos comprarle al paradigma neoliberal (que, repetimos, es derecha extrema) el parche mal dispuesto con que se ha pretendido tapar y dar expediente a la estafa sufrida por los interinos de nuestras administraciones públicas durante décadas, abuso de temporalidad flagrante y prohibido por Europa de la misma manera que prohíbe echarle más CO2 al cambio climático.

A estas alturas, el gobierno en funciones de Pedro Sánchez debería estar más que enterado de que varias administraciones autonómicas, y entre ellas la de Castilla La Mancha, han burlado la finalidad de la Ley reparadora que tuvo a bien implementar el gobierno central, al dejar fuera de ese derecho a la consolidación en el empleo (establecido en dicha Ley) a un número importante de interinos estafados por las administraciones públicas.

Por ahí no.

La estafa previa no puede taparse ni resolverse con otra estafa sobreañadida actuando por libre y al margen de la Ley reparadora algunas comunidades autónomas. Incluso el último decreto-escoba del gobierno no parece ser consciente del múltiple engaño al que ha sido sometido el gobierno central, incluso por presidentes autonómicos correligionarios de su propio partido y sedicentes progresistas.

Aquí no hay un +1 y un -1 que conducen al equilibrio ético y jurídico en forma de reparación de la estafa, sino un +1 y otro +1 que conducen a un doble engaño y una doble estafa.

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