[dropcap]E[/dropcap]n realidad es indiferente que el timón que manejaba Feijóo hubiera sido no el del yate de Marcial Dorado sino el del yate del rey demérito, porque en ambos casos el ejemplo de catadura moral que se ofrece al ciudadano capitaneando nuestros destinos es el mismo.
Ese timón compartido es un símbolo sin complejos no solo del turnismo bipartidista, sino principalmente de la alianza del poder con la corrupción y viceversa.
Sin ese tipo de alianzas sólidas en defensa del “sistema” no se habrían dado no solo la larga retahíla de pufos, estafas, y fraudes que componen el largo historial delictivo del PPSOE, sino tampoco la estafa financiera de 2008 ni sus soluciones anómalas: el austericidio para todos menos para ellos, que sin duda dio alas y fue el principal acicate para el crecimiento de la ultraderecha.
En realidad nuestro bipartidismo fue siempre un bipartidismo para la corrupción y el saqueo.
Son este tipo de comportamientos institucionales e institucionalizados, que nos hacen asumir con un trágala, los que van conformando el “paradigma» y el “sistema”.
Dado este contexto institucional, uno supone que los que el PP llama «socialistas buenos» son los que aprueban este tipo de paradigma y si pueden se benefician de una puerta giratoria, y por contraste los «malos» serían aquellos a los que este tipo de cosas aún les remueve la conciencia.
Si combatir este estado de cosas nos otorga el título de «enemigos del sistema», lo aceptamos a mucha honra. La deshonra nos vendría de defender esa alianza del «sistema» con el crimen y la corrupción.