Opinión

Castizo y peculiar barrio de la Vega

El Barrio de la Vega fue inaugurado el 7 de mayo de 1954 por el dictador Francisco Franco.

A todos los que partieron hacia el otro lado de la vida
desde el agradecimiento por todo lo que nos disteis

Principia septiembre y, como cada año, regresa la fiesta marcando cacho en las querencias que reabren la memoria. Y no es el festejo de la patrona de la ciudad quien enciende mis velas recordatorias, aunque algo tiene que ver con ese desasosiego que, en forma de ramalazo nostálgico, me recorre con temblor de niño la irrecuperable infancia.

La fiesta del barrio de las casas pobres (así se las llamaba mientras se construían), al otro lado del rio, coincidía en fecha con el festejo mayor capitalino gracias a la Virgen que preside el altar mayor de nuestra Catedral Vieja.
El barrio de La Vega, finalizando los cincuenta, poblaba sus calles, plazas y vueltas con centenares de niños que tuvimos la gran fortuna de ser dueños y emperadores de sus amplios y más que habitables espacios.

Un barrio -como decía mi recordado Enrique de Sena- adelantado a su tiempo, por el diseño que llevaron a cabo unos arquitectos que tuvieron la virtud de suplir el valor humilde de los materiales por las amplias calles y casas aportaladas, con amplios patios particulares que confluían en los grandes y comunes que disfrutamos sobre todo aquella chavalería única e irrepetible.

Añadía, el insigne director de El Adelanto, que luego los vecinos con tesón y paciencia fueron adecuando las casas hasta reconvertirlas en auténticos palacetes con olor a familia.

He de reconocer que uno de los sufrimientos vividos con más intensidad cuando inicié mi andadura emigrante, fue aquel primer verano lejos de los míos. Nada eché de menos como aquel portal de la casa donde, con aquellos buenos e inolvidables vecinos, se compartían, hasta altas horas de la madrugada, todo tipo de vicisitudes y vivencias.

Las tapias de los patios eran las antesalas de una comunicación ágilmente cercana y a través de ellas sintonizábamos a todas horas las frecuencias de la vida. Aquellas blanquecinas losas de cemento verticales nunca fueron impedimento para llevar a cabo todo tipo de intercambios, prestaciones y sentimientos familiares. Las tapias de los patios, junto a los portales que daban a la calle, decía un buen amigo madrileño que le recordaban a las corralas vecinales de la zona más señera y castiza de la capital de España.

Pero comenzando septiembre -como decía- la ilusión festera nos citaba a todos en la plaza del barrio, donde los juegos infantiles se sucedían sin que la mocedad más curtida se quedase fuera de la movida con todo tipo de retos.

Pese a ser la fiesta principal de la Virgen de la Vega en la ciudad, nunca faltaron los cabezudos recorriendo y persiguiendo por las amplias calles del barrio nuestra más que bendita inocencia.

Por todas estas secuencias de vida, amontonada en las cajoneras más intocables del tiempo, revivo, abrazo y deseo recobrar cada rostro, cada vivencia compartida con aquellos que partieron hacia el otro lado de las horas, admirando a quienes, siendo niños a mi lado por aquellas rinconadas, siguen hoy viviendo en aquellas casas que albergaron las imborrables secuencias de nuestras vidas. Para ellos mi felicitación por la fiesta que se aproxima y por la fortuna que les hará vivirla entre aquellas privilegiadas y recordadas paredes.

4 comentarios en «Castizo y peculiar barrio de la Vega»

  1. Felices Fiestas del Barrio de la Vega para todos, y lo digo con una gran nostalgia, recordando aquellos felices días de nuestra infancia y juventud, escapando de los Cabezudos, viendo las carreras de sacos, la cucaña y terminando por la noche bailando con Los Davis. !Que tiempos aquellos!. Un abrazo amigo Manolo y un recuerdo para todos los que se nos adelantaron y tanto le debemos.

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