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“La imaginación es el mejor juguete que poseemos”

Suso de la Nava, director de ‘Burujú, el último unicornio’, película en la que los ‘actores’ han sido niños hospitalizados y los ‘extras’ policías, bomberos, militares,…
Suso de la Nava, director de cine
Suso de la Nava, director de cine.

Toda una aventura, la que ha vivido Suso de la Nava con su último proyecto, Burujú, el último unicornio. Durante la charla se ríe, se emocionada, sufre y disfruta recordando algunas secuencias. Se siente muy agradecido con el apoyo que ha tenido durante el año y medio de rodaje, por eso los títulos de créditos son “infinitos”.
¿Qué nos perdemos si no vemos unicornios?
(Risas) La magia de la vida. No es ver unicornios, es ver cualquier fantasía. La imaginación, como decimos en la película, es el mejor juguete que poseemos. A partir de aquí, la imaginación te permite vivir experiencias, viajar,… sin moverte.

¿La imaginación la perdemos con los años o si la fomentamos se amplifica?
Creo que la amplificamos. Cuando eres niños, tienes menos preocupaciones y tu mundo circula alrededor de los juegos. En mi generación, jugábamos con un palo, una piedra,…

Y ahora también. Hay veces que le interesa más la caja que el juguete.
Ahí está el poder de la imaginación. La caja les permite crear el mundo que quieren. La imaginación se potencia, si se cultiva. Lo que ocurre es que a los adultos nos envuelven las preocupaciones, quehaceres y los problemas de la vida. Yo sigo cultivándola.

Se ve.
(Risas)

Los directores suelen decir que no es sencillo trabajar con niños, usted lo ha hecho con niños enfermos, que tienen muchas preocupaciones…
Sí, pero siguen siendo niños.

¿Cómo ha sido la experiencia?
En esta película ha sido muy fácil. Tenían frases muy cortitas, les pedía que fueran ellos, no había que interpretar, para que fuera creíble. No he tenido ningún problema, solo que hemos rodado muy deprisa. Además, hemos ‘construido’ la película por el tejado.

¿A qué se refiere?
Hemos rodado en Matacán, en la sede de los Bomberos y en una serie de localizaciones, donde hacíamos una fiesta, que era lo importante para los niños, y además rodábamos. Quizá solo teníamos dos horas para rodar. Eso era complicado. Luego hemos tenido que hacer una serie de secuencias adicionales para que tuviera sentido en el montaje.

Eso suele ocurrir en las películas…
Sí, pero en este caso, no teníamos un guion. Lo mejor que teníamos eran los ‘actores’, los mejores del mundo.

¿Escogía las escenas dependiendo de la enfermedad de los niños?
No, porque la disponibilidad de las personas que nos acompañaban, no solo los niños, no ha sido fácil. Todo está hecho de forma altruista, por lo que hemos ido ajustándonos dependiendo del tiempo de todos. Decíamos: ‘Nos podemos juntar el sábado. ¿Cuántos niños pueden venir?’ Y en el hospital decidían quién o quiénes venían. Cuando veíamos quién estaba, optábamos por: unos hacían de policías o bomberos… Pero, solo ensayábamos los 10 o 15 minutos antes de comenzar a rodar.

Suso de la Nava, uno de los días del rodaje de ‘Burujú, el último unicornio’. Fotografía. Pablo de la Peña.

¿Cuánto tiempo han estado rodando?
Casi año y medio.

Con los ‘actores’ ha trabajado muy bien. ¿Qué tal le ha ido con los ‘extras’?
Ningún problema.

¿Aceptaron de inmediato una vez que conocieron el proyecto?
Sí. Todo el mundo se ha volcado desde el minuto cero.

Se le han puesto como a Santiago Segura.
Más. (Risas) No solo estaban dispuestas en cuanto conocían el proyecto, es que nos han llamado para participar en el mismo. Quería colaborar tantas personas, que hemos tenido que cortar, porque no terminábamos la película. Queríamos incorporar al proyecto a todos los niños y niñas que estuvieran ingresado en el momento del rodaje. Hemos ido construyendo la película teniendo en cuenta las enfermedades de los niños, sus disponibilidades,… Luego estaban los bomberos, policía, el personal de Matacán,… Todos fenomenal.

Comparta alguna anécdota.
En Matacán, además de rodar, cocinamos una paella donde estaba el personal de Matacán, los niños, los padres, el equipo. Fue un día muy especial. Vieron por dentro los aviones, las torres,… Fue una fiesta muy bonita.

Los títulos de crédito serán infinitos…
Infinitos. Todavía estamos en ello. (Risas) Es cuando nos hemos dado cuenta de la cantidad de personas que están involucradas en la película. Es una súper producción, sin serlo, solo por las colaboraciones. Se ha volcado todo el mundo. Incluso hasta los políticos, que nos han abierto todas las puertas.

¿Cómo denominamos a ‘Burujú, el último unicornio’ película, documental,..?
En principio, era un cortometraje de 10 minutos, pero al participar tantas personas, y montar las secuencias adicionales, nos hemos ido a los 50 minutos, que está considerado mediometraje como mínimo.

Ha inventado un género.
(Risas) Sí. No se lo aconsejo a nadie el rodaje.

¿Ha sido más duro el rodaje o la edición?
La edición. Aquí ves las carencias que has tenido en el rodaje, que lo has hecho deprisa, que no eran profesionales, no solo delante de la cámara, también detrás. Aquí el único profesional de cine era yo. Los demás eran aficionados.

Un hombre orquesta.
Sí. Ha sido un gran reto, sobre todo darle sentido, que se pueda ver y que se haga entretenida. No ha sido nada fácil. Ha sido un experimento. No sabíamos cómo iba a terminar. De hecho, he tenido días que he estado atascado, que no sabía por dónde tirar. No avanzaba. Luego metíamos un off y… Por eso, hemos cogido la estructura del falso documental, que nos ha permitido meter todo tipo de imágenes y hemos ido avanzando la historia con esa voz en off. Eso ha permitido darle una estructura con sentido. No era una película solo para niños, también quería sacarles a los adultos una sonrisa. Creo que se les va a hacer corta la película, porque ha quedado simpática y se ve muy bien.

Suso de la Nava, uno de los días del rodaje de ‘Burujú, el último unicornio’. Fotografía. Pablo de la Peña.

¿Quién compuso la música?
Unos policías municipales de Guijuelo que tienen un grupo que se llama ‘Bandidos’, Amador y Pablo. Nos han hecho la música ambiental de la película y la canción de los títulos de créditos. Ellos me han ido componiendo y lo íbamos incorporando.

Suso de la Nava, rodeado de los niños del hospital, sus actores, y el equipo técnico de ‘Burujú, el último unicornio’. Fotografía. JOTA.

De las muchas historias que hay detrás de las secuencias, cuéntenos una.
A nuestro unicornio le gustaba mucho la música. Me dice Sergio, uno de los colaboradores, que había llamado a alumnos del conservatorio y vienen unos 15 o 20. Me ‘asusté’. ¡Cómo iba a utilizar a estos músicos para ponerlos debajo de una encina! Y luego que se fueran para casa.

¿Qué hizo?
Tenía que aprovecharlo y montar una secuencia. Me prepararon cinco canciones de 90 segundos. No podía incluirlas, pero sí me interesaba que tocaran. Encuentro una iglesia en Valdemierque, la vieja. Me encanta y pensé que allí quedarían muy bien los músicos. Pero, ¿qué explicación le doy a que una orquesta de músicos clásicos esté ahí?

¿Cuál fue?
El alcalde de ese pueblo imaginario los contrata, porque ha oído que al unicornio le gusta mucho la música. Y el alcalde dice: ‘Le gusta la música, pues voy a tenerlos tocando mañana y tarde. A ver si aparece el bicho’. Es el reflejo de la España del palillo.
(Carcajada)
Así han sido casi todas las secuencias.

¿La va a presentar a algún concurso?
No. No está hecha para ningún festival. Además, tiene 50 minutos, que no la cogen en ningún certamen. El fin principal era el viaje, el trabajar con los niños y que ellos vieran lo que es el cine, el esfuerzo que lleva una película; que salieran del hospital y que se olvidaran de su enfermedad.

¿Cree que alguno de los niños se dedicará al cine?
No lo sé. La semilla siempre estará ahí.

¿Encontró el unicornio?
Eso no lo desvelo.

*** Suso de la Nava y todo su elenco presentaron en el teatro de Unicaja Burujú, el último unicornio, este sábado 23. Este domingo también se proyecta, con todas las butacas ocupadas los dos días.

Suso de la Nava, uno de los días del rodaje de ‘Burujú, el último unicornio’. Fotografía. Pablo de la Peña.

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