[dropcap]H[/dropcap]ay buitres, como los que denuncian Asaja y la UPA-COAG porque se comen a las vacas y a sus retoños vivos, y buitres como los que nos sacan los ojos a los demás sin darnos cuenta. Estos últimos, a los que nadie se atreve a hincarles el diente, sí que dan motivos para el desasosiego.
Una de sus manifestaciones más llamativas son los fondos buitres. Su nombre ya lo dice todo, aunque también son conocidos como fondos oportunistas, para intentar pasar inadvertidos. Luego se ponen un nombre propio con el que se presentan para rapiñear como Magic Real Estate-Blackstone Group Internacional Partners, o el no menos desconcertante de Goldman Sachs-Azora. El Cerberus Capital Management, por ejemplo, se ha quedado con la división inmobiliaria de Bankia, rescatada con un dineral público que ha sido la causa primera de los recortes sobre los ciudadanos, y el Texas Pacific Group (TPG) controla la mitad de Servihabitat (de La Caixa). En fin. Quién no ha oído hablar de ellos.
[pull_quote_left]Los fondos buitres, que son muy previsores, después de llenar la saca vuelan hacia paraísos fiscales para poner a salvo sus botines y no dejar ni un euro en impuestos en el país que han saqueado. Y nadie se atreve con ellos[/pull_quote_left]Su razón de ser es buscar gangas para luego revenderlas más caras. Así de sencillo y rentable. Dicho en plata, se abalanzan sobre los despojos de las economías arrasadas, como la nuestra. Compran en el mercado secundario de deuda paquetes adquiridos, a su vez, por sociedades de nombres raros que, a su vez, compraron productos financieros y, sobre todo, inmobiliarios a los bancos que no saben cómo dar salida a su stock de ladrillo, pero a gran escala (en España han sido 1.900 millones de euros), mediante la emisión de deuda o créditos bancarios sindicados liderados por entidades igualmente extrañas (por ejemplo, el Bayeriskche Landesbnak –también conocido como Bayer LB – de Alemania).
Un follón alambicado también conocido como ingeniería financiera, pero que es la forma de dar los pelotazos en medio de la crisis que nos tiene atemorizados y de la que nos han culpado porque hemos vivido por encima de nuestras posibilidades (me parto). Una sofisticada técnica de carroñeo a la que nadie es capaz de hincarle el diente.
El caso es que los bancos británicos y alemanes son los principales colaboradores en estas operaciones, con lo que su exposición a estos riesgos puede acabar de mala manera para ellos y para nosotros si nos llegara la onda expansiva.
Los fondos buitres, que son muy previsores, después de llenar la saca vuelan hacia paraísos fiscales para poner a salvo sus botines y no dejar ni un euro en impuestos en el país que han saqueado. Y nadie se atreve con ellos. Lo dicho. Un buitrerío.