Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Opinión

Pasar el puente

puente enrique estevan
El puente modernista de Enrique Estevan.

[dropcap]E[/dropcap]stá bien lo que nos relata este periódico en relación con el puente de Enrique Esteban (con b, por favor: nadie me ha convencido aún de lo contrario), lo cual puede suponer una buena nueva navideña para quienes la tan empalagosa navidad nos deja un tanto al aire. Pero que se resuelvan problemas de la urbe en la que nos movemos es un buen motivo de celebración.

Y el puente de Enrique Esteban era evidente que arrastraba problemas, bastaba con disponer del mínimo ojo clínico para advertirlo; incluso un día llegué a meter los ojos de los prismáticos por ese entramado metálico. Cuando el Ayuntamiento –vaya, mira por cuánto, por una vez felicito al Ayuntamiento– ha decidido meterle mano al puente con motivo de su centenario, se ha avanzado en el conocimiento de los elementos deteriorados o incluso en vía de emergencia. Y no es que la obra que consiguió con duro esfuerzo de todo tipo Enrique Esteban, que proyectó el ingeniero Saturnino Zufiaurre, dirigió su colega Gumersindo Canals y cuajó en hierro la sociedad Duro-Felguera se pudiera tildar de chapuza: todo lo contrario, en aquellos tiempos las obras se realizaban a conciencia y con conciencia, a diferencia de tantas de tente mientras cobro que se ejecutan ahora. Pero ocurre que hace su labor la mordedura del óxido y otros “bichitos” que los profanos no sabemos definir; el correr del tiempo que nos corroe a los humanos no deja de marcar sus rasguños incluso en los hierros bien pensados y dispuestos.

El puente de Enrique Esteban siempre me ha caído muy bien. Muy bien. Salvó la destrucción del puente romano. Es decir, uno de los hombres que más ha hecho por esta ciudad, Enrique Esteban (no reconocido debidamente, desde luego), salvó el puente romano y, encima, nos legó el puente que siempre se relaciona con el de Triana sevillano, lo cual ya es mérito. Aunque no es precisa tal referencia, porque el mérito lo comprobamos cada día, al contemplar la panorámica más gozosa de la ciudad. Aunque ya no esté el “árbol de los novios”, que aquello ya era de mérito en la Salamanca del subdesarrollo que el desarrollo se llevó por delante. Me caía bien aquel puente que a la salida inmediata de sus machones vía Madrid obligaba a girar a los coches ante la fábrica-almacenes antañones de Hipólito Froufe y el otro giro que tan adecuadamente plasmó Basilio M. Patino en la primera escena de“Nueve cartas a Berta”.

[pull_quote_left]Sólo pido una cosilla: que se limpien de los líquenes los machones que dan entrada al puente, donde esculpido en el granito figura que el nombre de tal puente es Enrique Esteban, porque así lo dispuso el decreto real (por supuesto, con b). Es por saber si figura con b o con v.[/pull_quote_left]Siempre me ha gustado ese puente –fue por el que entré en Salamanca– porque, además, supuso una comunicación esencial con la otra margen del Tormes, que aún a estas alturas continúa siendo una asignatura pendiente de la ciudad, aunque algunos avances hay que reconocer que se han dado. El puente de Enrique Esteban fue absolutamente clave en el intento de meter cierto dinamismo en Salamanca. Otra cosa es que en la ciudad no se cayera en ello. La prueba es la cantidad de años que tardó en construirse desde que la brega de Enrique Esteban fue aprobada hasta que fue ejecutada. Aquí siempre nos ha costado, y parece que seguimos en las mismas, caer en la cuenta de por dónde va el mundo.

Pero, aleluya, parece que ahora estamos en la vía de recomponer los cien años y un días del puente de Enrique Esteban. Aleluya. Aunque sólo pido una cosilla: que se limpien de los líquenes los machones que dan entrada al puente, donde esculpido en el granito figura que el nombre de tal puente es Enrique Esteban, porque así lo dispuso el decreto real (por supuesto, con b). Es por saber si figura con b o con v. No cuesta ni dos perras colocar una escalera y raspar. En todo caso, si no hay recursos para esa obra, me ofrezco para colocar la escalera y hacer funcionar la espátula. Si saliera V, me rindo…, aunque mantenga mis razones para la b.

Qué gran puente el de Enrique Esteban, aunque yo, como tantos, lo conocí como Puente Nuevo, porque parecía que se quería olvidar a uno de los más preclaros benefactores de Salamanca. Es que, aquí, somos así.

— oOo —

1 comentario en «Pasar el puente»

  1. No, es ESTEVAN: en las columnas existentes en la entrada al puente, en la de la izquierda está esculpido en el granito el día de su inauguración: 23 de octubre de 1913 y en la de la derecha su nombre: PUENTE DE ENRIQUE ESTEVAN. Ya puede divisarse a contraluz y, en efecto, esperemos que su limpieza haga salir de dudas a los obcecados.

    Responder

Deja un comentario

No dejes ni tu nombre ni el correo. Deja tu comentario como 'Anónimo' o un alias.

Te recomendamos

Buscar
Servicios