[dropcap]E[/dropcap]stamos al borde de echar al sumidero a un 2014 que se ha comportado como un añito que mejor no recordar, pero sin perderle de vista en el futuro porque ha arañado con saña en las entretelas de millones de españoles. Y en esas estábamos cuando el ínclito –esclarecido, afamado– presidente del Gobierno que rige nuestras vidas de modo más invasivo que nunca en la democracia, junto al coro de sus satélites, ha tomado la cantinela de horadar nuestros cerebros con el sonsonete de que “la crisis es historia”. Y dale, y dale…, y lo que nos queda. (¿Quién no se acuerda –me temo que ya muchos, ni idea– de cuando Aznar y sus mariachis trepanaban nuestras seseras con el “España va bien”?). De modo que en esas estamos, en que “la crisis es historia”.
Vale, señor Rajoy. Si “la crisis es historia”, porque a usted le peta y conviene y porque sus datos macroeconómicos relucen como el sol, qué menos puede esperar usted que el pueblo llano reclame medidas para poder celebrarlo con quienes gozan tanto. Si todos tenemos que festejar ese nuevo estadio de nuestra vida, ponga usted manos a la obra. Remánguese y haga remangar a los suyos.
Si la crisis es historia, queremos –qué menos, por favor– que se devuelva el trabajo destruído a los millones de españoles sin trabajo. Que se devuelva el puesto de trabajo y, desde luego, también los salarios que se percibían antes de que cayera esta maldición sobre nuestro país, porque ya ve usted lo curioso que resulta que entonces un “mileurista” era un currante mal pagado y ahora resulta que un “mileurista” casi percibe un sueldo de lujo. Y dedíquese también a que ese trabajador con trabajo y sueldo simplemente entonado recupere los derechos de que disponía anteayer mismo y que su Gobierno destrozó sin contemplaciones. Es decir: trabajo, sueldo y derechos.
Si la crisis es historia, que el campo de la educación, la enseñanza, la investigación, recuperen sus inversiones de “antes de”. Tampoco eran ningún lujo, desde luego, pero como no queremos incordiar, vamos a comenzar por restablecer lo que había. Que alumnos, que profesores dispongan de aquellos medios y derechos que pasaron a la historia, que más adelante ya reivindicaremos los que requiera el nuevo tiempo. Y que la investigación –¡dios, qué destrozo para este país y su futuro!– cuente con los recursos de que dispuso en ese pasado que figura a la vuelta de la esquina, porque sin esa gente y sin esa financiación estamos cayendo en el subdesarrollo y despreciando cualquier aspiración de futuro.
[pull_quote_left]Usted, señor Rajoy, que no tiene ni idea de lo que se está sufriendo en la calle y en las casas, tampoco es capaz de darse cuenta de la enorme alegría que sentiríamos si, conseguido que la crisis sea historia, recuperamos todo lo que tuvimos[/pull_quote_left]Si la crisis es historia, queremos que la sanidad y los servicios sociales recuperen a sus profesionales y el nivel de inversión de esos momentos en los que doblamos la curva de la ignominia. Hablamos de la sanidad y los servicios públicos, faltaba más. Que no, que no se empeñen en destrozar la capacidad y el prestigio de la sanidad pública alcanzada en este país como demuestran cada día, para entregar a la empresa privada tareas que nunca deben salir, con amparo gubernamental, del campo de lo público debidamente dotado, tanto en personal como en recursos. Devuelva todo eso.
Si la crisis es historia, luche con denuedo para que las gentes de este país –la gran masa de españoles, no las islas de los que ya perciben la nueva marcha de la macroeconomía que tanto predica– superen la enorme bolsa de desigualdad que las medidas de su Gobierno han generado, de modo que ha logrado algo tan impensable como limitar drásticamente a la clase media, y da la impresión de que desde ese Gobierno suyo se considera un logro aumentar la bolsa de desclasados y proletarios, en lugar de haber luchado para eliminar o rebajar ese tipo de marginalidad.
Si la crisis es historia, he ahí el campo de la cultura, que ya sé que para la gran mayoría de las gentes de su sector no es más que tontería y ocurrencia de unos cuantos vagos y atontolinados y, encima, rojizos. Pero, ya ve usted, como la gente tiene la manía de pensar, resulta que para muchos la cultura es el puente imprescindible para que la vida sea digna y con capacidad para configurar a personas con mente crítica al poder. Por mucho que moleste, atienda a la cultura, que no es ningún florero ni un sistema de barreneros.
Si la crisis es historia, seguiremos reclamando más y más, naturalmente, hasta recuperar todo lo sustraído. Pero, por el momento, como punto de arranque y expresión de buena voluntad, porque somos conscientes de que habrá que ir hilando el copo poco a poco, nos conformamos con esa entradilla para poder advertir, con enorme satisfacción, que la crisis es historia, como usted nos proclama. Usted, señor Rajoy, que no tiene ni idea de lo que se está sufriendo en la calle y en las casas, tampoco es capaz de darse cuenta de la enorme alegría que sentiríamos si, conseguido que la crisis sea historia, recuperamos todo lo que tuvimos. Aunque, no crea, que en algo tendremos que disentir: a pesar de la satisfacción sin disimulo, dejaremos para sus gentes el olvido de estos años de martirio a los que se nos ha sometido, mientras que “los malos” no los olvidaremos. Siempre hubo clases, ¿no cree usted? No es por resentimiento, es por memoria.
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