[dropcap]S[/dropcap]ea este mi primera ocurrencia de este año 2015 dedicada a Santa Teresa de Jesús, de Ávila, o de Alba de Tormes, en el V Centenario de su nacimiento.
Y cojo la pluma para escribir sobre esta insigne mujer, orgullo de la Humanidad. Pero ¿qué puedo añadir de ella, que no se haya dicho ya? ¿Es que quiero ser un oportunista, como tantos de los que hoy proliferan por ahí?
No. No. Mi admiración por ella es tan grande y tan antigua que si lo hiciese parecería como si la acabase de descubrir ahora.
¿Cómo podría ella escribir tanto y tan maravillosamente? Me imagino que al sentarse ante un papel su pluma correría sola, milagrosamente quizás, con una inspiración continua, fluyendo como el agua cristalina de una fuente en la roca. ¿Quién no se ha emocionado al leer aquello de «…muero porque no muero». Aunque sólo hubiese escrito eso, hubiese alcanzado la inmortalidad en la Gloria de las Letras.
¡Mujer! ¿Qué harías hoy, Teresa? ¿Qué harías en estos tiempos tan descreídos? Pues pienso que hubiese hecho lo mismo que en aquellos tiempos, llenarnos con su laborioso ejemplo, como lo están haciendo hoy tantas y tantas mujeres admirables por su entrega a los demás, por ese cariño que sólo una mujer puede dar a los enfermos.
No hace falta ir muy lejos para conocerlas. Yo las veo todos los días cuidando a los afectados por el terrible Mal de Alzheimer, esa cada día más extendida pandemia de nuestro siglo XXI.
¡Cuanto esfuerzo para vencerla! ¡Cuántas penas causa este pavoroso panorama en las familias de los afectados, que son sus verdaderos pacientes! ¡Y qué difícil es conllevarlo sin el cariño generoso de las abnegadas y calladas cuidadoras! ¡Mi respeto, mi admiración y mi gratitud no se pueden medir!
Si hoy tuviésemos la gran fortuna de tener viva a aquella Santa, Teresa de Jesús, de Ávila o de Alba de Tormes, seguro que hubiese dedicado más de una línea de su excelsa pluma a aliviar el dolor de los familiares de los enfermos de Alzheimer. ¡Y seguro que con su poderosa personalidad y su gran simpatía conseguiría las ayudas que tanto necesitamos!
¿Qué han cambiado los tiempos? No tanto como parece. El Hombre sigue padeciendo enfermedades, sigue viviendo como puede y muriendo cuando Dios lo quiere así. Sigue habiendo ricos y pobres. El Poder sigue siendo ostentado por personas parecidas en su afán o en su ambición desmesurada y soberbia.
¡Y sigue habiendo ángeles sin alas dedicados a aliviar el dolor de los que sufren!
Pero en este caso no hay dudas sobre el sexo de los ángeles ¡Son todas femeninas!























