El neuromarketing busca provocar impulsos y deseos en los consumidores para que realicen compras sin atender a la razón y la lógica. Frente a ello, existen varias recomendaciones y consejos que permiten ahorrar a la hora de hacer la compra en el supermercado.
Entre otras cuestiones, el neuromarketing tiene en cuenta desde cómo reaccionan los consumidores a las marcas y el aspecto de los productos, hasta cómo se sienten dependiendo de las condiciones ambientales (si hay música, si hace frío o calor, etc.). De esta manera, colocarán los productos y organizarán los establecimientos de la forma en que los consumidores realicen compras más voluminosas y caras.
Sin embargo, con el fin de comprar con sentido común y evitando todas esas tácticas del neuromarketing, pueden llevarse a cabo diferentes trucos.
- Escribir la lista de la compra en papel. Apuntar los productos que realmente hacen falta ayuda a evitar adquirir aquellos que se ven durante el paseo por el supermercado. Por ello, al ver alguno que genere deseo, se debe comprobar que figura en la lista y, de lo contrario, al menos, pensar si realmente es necesario. Respecto a la lista en papel, al estar escrito en un objeto físico, ayuda a contraponer los estímulos que ejerce el neuromarketing.
- Hacer un presupuesto de gasto máximo. Esto es, poner en la lista anterior la cantidad máxima a gastar. Ahí también se debe incluir el precio máximo que se esté dispuesto a pagar por cada artículo. Una vez más, esto ayudará a valorar cuánto se quiere exceder cada consumidor.
- Coger carros pequeños. En lugar de optar por un carro de la compra grande, es mejor recurrir a los más pequeños, aunque sea necesario coger varios. Esta recomendación se basa en que los espacios vacíos generan impulso de llenarlos.
- Mirar los productos inferiores del lineal. Una de las teorías del neuromarketing indica que el consumidor siempre busca la comodidad. Por ello, en los lineales del supermercado suelen colocar los productos más caros a la altura de la vista, dejando los espacios inferiores para los más baratos. De la misma manera, también suele dejarse el espacio central del lineal para los artículos caros, reservando los extremos para los de menor coste.
- Prestar atención al precio por kilo. Comprobando el precio por kilo en lugar del que tiene el producto en sí, se puede comparar mejor entre unos y otros. Por ejemplo, el precio de una oferta puede llevar a engaño si es inferior al de otro producto similar, pero que tiene una mayor cantidad.
- Hacer un recuento de la fruta y verdura que hay en la nevera. Junto con la lista de productos necesarios, también se debe tener en cuenta las piezas de fruta y verdura que se tienen en la nevera. De esta manera, se evitará comprar este tipo de alimentos innecesariamente antes de haber gastado los que se compraron previamente.
- Desconfiar de las ofertas. Pese a que pueda haber ocasiones en que las ofertas resulten interesantes, en otras muchas se busca impulsar la compra de los artículos en promoción haciendo creer que son más baratos, pero, en realidad, no lo son. Si bien, también hay casos en los que son más baratos, pero no son necesarios.
- No ir a comprar con hambre. Ir a comprar con el estómago vacío puede suponer un estímulo a las compras. Esto provocará que el consumidor ‘coma con los ojos’ y compre productos que no necesita y en mayor cantidad.
- Ir a comprar sin niños. Este consejo, que debe aplicarse siempre que sea posible, tiene su explicación en que los más pequeños también son más estimulables y, con su insistencia, pueden provocar que el adulto acabe cediendo.