Al franquear la portada plateresca del edificio de las Escuelas Mayores, en el corazón mismo del conocimiento universal, justo antes de caer desde el zaguán por la escalinata hasta el claustro de secuoya centenaria, allí, entre la puerta nueva y la puerta antigua, a golpe transversal de cuello, en contrapicado vertiginoso, se puede observar el último vestigio conocido del papa Luna en la Universidad de Salamanca. Es en la clave central de la entrada, sobre la que descansa el mismísimo el Sancta Sanctórum, ubicado justo encima, el recóndito lugar donde se aprecia la luna invertida, la tiara papal y las llaves de San Pedro, distingos de la heráldica del que fuera gran impulsor de la reforma del Estudio Salmantino, y a la vez hereje y antipapa de la Iglesia Católica.
Javier A. Muñiz / ICAL. El aragonés Pedro Martínez de Luna y Pérez de Gotor, alumbrado por el cierzo en 1328 bajo la sierra del Moncayo, en el municipio medieval de Illueca, ejerció su pontificado entre 1394 y 1423, es decir, hasta hace exactamente seis siglos ahora que languidece el sexto centenario de su muerte. El papa Luna falleció en su senectud, exiliado en la ciudad fortificada de Peñíscola, donde resistió los embates del poder de Aviñón, otrora sede eclesiástica momentánea por la inseguridad de Roma, y donde sobrevivió incluso a varios intentos de envenenamiento tras su excomunión. “Papa sum”, dicen, fueron sus últimas palabras, refrendando “en sus trece” su condición de legítimo pontífice bajo el nombre, hasta el último de sus días, de Benedicto XIII.
Protagonista del Gran Cisma de Occidente, el papa Luna trascendió, pues, como hereje y antipapa, e incluso como “hijo del diablo”. 600 años después de su muerte y, como publicó recientemente el Heraldo de Aragón, el nuevo prefecto de la Doctrina de la Fe, Víctor Manuel Fernández, ya ha solicitado en nombre del Vaticano documentación sobre el pontífice nacido en Illueca para dar comienzo al proceso de rehabilitación de su figura. Una decisión celebrada “enormemente” por el rector de la Universidad de Salamanca, Ricardo Rivero, quien recordó que la institución académica salmantina ha trabajado “arduamente” reivindicando su figura histórica, “clave para la consolidación del Estudio Salmantino y de sus constituciones”.
Si bien la Usal fue fundada por el rey Alfonso IX de León, recientemente honrado, medallón mediante, en la mismísima Plaza Mayor de Salamanca, y promovida por su nieto, Alfonso X ‘El Sabio’, el papa Luna fue, para quien mira con perspectiva histórica, su “tercer padre”. Así lo considera, al menos, el doctor José Luis Marcello, profesor de Geopolítica y Cartografía en la Usal y miembro de la Sociedad Geográfica de Lisboa, quien acompaña a Ical durante un recorrido por la huella de Benedicto XIII en la institución académica ocho veces centenaria, que conoció, no en vano, en una versión “decadente” y que “languidecía” y de la que, sin embargo, fue “el gran reformista” cuando aún era cardenal.
El gran reformista
Marcello mantiene, como su “maestro”, Eugenio García Zarza, uno de sus precursores en los estudios sobre el papa Luna, que el pontífice aragonés permanece injustamente tratado por la historia. “Deberían revisarlo porque es una figura impresionante y culta. Formado en la Universidad de Montpellier, era catedrático, dominaba el derecho canónico y fue elegido papa legalmente. De todas las observaciones que le hicieron, él nunca se apeó porque hubiera sido contradictorio”, reflexiona el profesor sobre la conveniencia de restituir su legado e incidiendo en que la Universidad de Salamanca hace bien en estar “muy agradecida” al pontífice. Voz autorizada en la materia, Marcello formó parte del elenco de expertos que, durante este centenario, acudieron a glosar su figura a la costa valenciana, en Peñíscola.
Cuenta el profesor la visita a Salamanca del cardenal Luna en mayo de 1381. Buscaba el apoyo del rey de Juan I de Castilla para el Papado de Clemente VII, su predecesor en Aviñón. Fue entonces cuando otorgó las primeras constituciones para la Usal que sirvieron como inspiración para las de 1411. Las constituciones benedictinas resultaron “claves” para el desarrollo del Estudio porque cimentaban las dotaciones económicas y organizaban los grados. “Desde que fue elegido papa en 1394 hasta que se resolvió el Cisma de Occidente en 1417, durante 23 años, apoyó a la Universidad de Salamanca frente a los intereses del rey de Francia, en férrea oposición a la Sorbona, las presiones de Roma y las universidades italianas”, destaca, subrayando, como trasfondo, el enfrentamiento con los “conciliaristas”, sus enemigos.
Además, mediante la bula de 1416 consagró la condición de pontificia de la Universidad y sentó las bases para el esplendor de los siglos siguientes, incluyendo la seguridad económica que proporcionaba la asignación se las tercias, según explica el profesor Marcello, quien referencia en sus estudios al padre Vicente Beltrán de Heredia, un dominico que se encargó de investigar las bulas y la trascendencia de Benedicto XIII a lo largo del siglo XX. Clave, asimismo, fue la creación del grado de Teología, así como el impulso a las infraestructuras. No en vano, mandó expropiar y sufragó el edificio de las Escuelas Mayores y es también acreedor del inmueble en el que hoy se erige el Rectorado, en el Patio de Escuelas, pues lo destinó a hospital para estudiantes.
Su huella en la Universidad de Salamanca queda hoy atestiguada por el rastro indeleble que dejó a su paso. El papa Luna, aunque hay quien mantiene que tal vez sea Martín V, aparece en la parte central del tercer cuerpo de la llamada fachada rica, obra cumbre del plateresco español. Ahí, Benedicto XIII sienta cátedra ante seis varones que le escuchan, y encima, la tiara y las llaves de San Pedro. Elementos que se repiten al doblar la esquina de Libreros, en la calle Calderón de la Barca. De nuevo, el escudo papal, esta vez, con la luna invertida inequívocamente tallada en la piedra de Villamayor. Es la segunda referencia exterior, y la tercera se ubica en la entrada posterior al edificio, bajo el escudo de Castilla y León y sobre el dintel de la puerta, frente a la Catedral.
Rastro indeleble
Dentro del edificio de Escuelas Mayores, aparte del novedoso en la entrada principal, hay varios escudos más que valúan la impronta del pontífice español. En el Paraninfo, las armas del papa Luna figuran de forma “muy llamativa” encima del rótulo de Derecho Canónico, toda vez que la tiara pontífice preside la parte superior del estrado. Otra representación heráldica se encuentra en la lápida de pizarra dedicada a Benedicto XIII en el mismo claustro histórico. La capilla de San Jerónimo, por supuesto, emplaza una evidente referencia que se encuadra en el retablo, sobre el cuadro de San Juan de Sahagún, patrono de Salamanca, donde se puede ver, una vez más, la media luna ‘ranvesada’ que caracteriza la iconografía del otrora cardenal Luna.
Pero quizá la representación más notoria en el legado del papa Luna en la Universidad de Salamanca sean los vítores, una suerte de representación iconográfica que se realiza en homenaje al doctorando, tanto en las facultades como en los colegios, y también tras las visitas ilustres, como presidentes, jefes de estado, príncipes o instituciones internacionales. Especialmente, se inscriben para doctores ‘honoris causa’, según recuerda el profesor Marcello en sus notas. Actualmente, se pueden contar por cientos los vítores pintados en los edificios universitarios. “Es de gran interés resaltar la luna invertida en los vítores salmantinos que está referida a la heráldica del papa Luna, ya que estarían vinculados a la gran restauración universitaria realizada por Benedicto XIll a principios del siglo XV y serian una expresión de la atmósfera aviñonense”, apostilla.
El profesor José Luis Marcello aporta, además, otras curiosidades que, más allá de la Universidad y de la propia ciudad de Salamanca, donde el papa Luna da nombre a la que será en su momento “la calle con más estudiantes por metro cuadrado del mundo”, afectan a la provincia charra. Entre ellas, el ‘apellido’ del municipio de Peñaranda y su vinculación con el caballero Robinet de Braquemont, relacionado con Pedro de Luna en su lucha contra los Trastámara, y, a la postre, acreedor de la villa. Y también, según compendia el doctor Marcello, el papa Benedicto XIII se comprometió con Diego López de Zúñiga, señor de Béjar, a impulsar el Corpus Christi de la ciudad textil, hoy Fiesta de Interés Turístico Internacional con los populares Hombres de Musgo.
Marcello, a modo de conclusión, sostiene que, en definitiva, sería “conveniente” que hubiese un centro universitario dedicado a la figura del papa Luna, así como sería “muy pertinente” un estudio monográfico sobre la biblia que Benedicto XIII regaló a san Vicente Ferrer y que, según recuerda, se conserva en el Convento de San Esteban. Para finalizar, el profesor invita a “que no tiemblen en los pasillos del Vaticano porque la lectura de su testamento es una dádiva de una personalidad grande y buena que hay que difundir”, pues, después de todo, “debe solucionarse ese cúmulo de despropósitos, de excomuniones, y de malas interpretaciones”.
4 comentarios en «La huella del papa Luna en Salamanca»
Me siento orgullosa de tu sabiduría, serás referente para las generaciones siguientes.una Ceja Blanca
Y el escudo Luna en la puerta del edificio histórico que da a la plaza de Anaya.
Estoy seguro que la figura del papa Luna saldrá reforzada con unos defensores tan valiosos como el Dr. Marcello, al que tuve el gusto de conocer en las Jornadas sobre el Papa Luna de Peñíscola.
Desde Guadalajara, México, me permito saludar el buen criterio histórico del Dr. Marcello, pues nos comparte un punto de vista justo y pertinente sobre el mayor mecenas de la USAL:
el cardenal Luna y luego Papa Benedicto XIII. La familia mexicana del Papa Luna le agradece y reconoce al Dr. Marcello su mérito de recordarnos su presencia inequívoca en la huella olvidada que la USAL le dedicó a su progenitor y mayor mecenas, después de Cristo, en las múltiples fachadas e interiores del campus salmantino.
Cunado yo fuí en 2018 a Salamanca para celebrar los 800 años de la USAL, me entrevisté -por separado- con los rectores de ambas Universidades salmantinas, y reclamé la ausencia cuasi total de eventos de reconocimiento al Papa Luna, como cofundador definitivo del Estudio Universitario, y ninguno pudo contestar mis preguntas, ni justificar el asombroso olvido del gran mecenas, sólo se me dijo que en el 2019, se saldaría ese olvido con la publicación de un libro, a cargo del Prof. García Zarza, quien al fallecer ese año no tuvo la oportunidad de presentarlo. Yo hablé con él en 2018, en dos ocasiones, y me aseguró que los injustos días del olvido él los pondría en evidencia con su obra bibliográfica póstuma. Y fue hasta el pasado 23 de mayo/23 que el trabajo de García Zarza se dio a conocer el libro, donde la USAL da un viraje de 360 grados respecto a la postura tradicional del olvido y la injusticia. Con el Dr. Marcello aparece un discípulo de García Zarza que bien hará en continuar la obra inconclusa del Maestro. ¡Felicidades y enhorabuena!!. Oscar González Luna Garí, Defensor de la Tradición Iberoamericana de Derechos Humanos (TIDH) en México. Domicilio: Calle pavo 135-801, Zona Centro, C.P. 44100 Guadalajara, Jalisco, México.