Juan Ortega confiesa por qué plantó a su novia en el altar

El torero sevillano Juan Ortega ha hablado públicamente explicando por primera el plantón a su novia Carmen Otte a media hora de casarse, con la iglesia llena de invitados el pasado 2 de diciembre. Ahora, el diestro ha revelado los motivos, asegurando que su decisión “no fue fruto de un arrebato”.

El pasado 2 de diciembre a media hora escasa de la boda entre Juan Ortega y Carmen Otte, el torero llamaba por teléfono a su novia para comunicarle que no se iba a casar. Ahora, en una entrevista con Carlos Herrera en la Cadena Cope, ha hablado de lo sucedido, explicando por primera vez por qué tomó esa decisión.

“Estaba solo en mi habitación, y la primera persona a la que llamé fue a Carmen, luego a mis padres y luego al cura que nos iba a casar. La conversación con ella fue breve, fue dura, porque tiene poca explicación, pero lo de menos era la boda”, ha confesado. Si bien, ha querido dejar claro que no se trató de un impulso, sino que lo venía pensando desde hacía tiempo.

Pese a ello, ha reconocido que no llevó a cabo bien el proceso. “Lo gestioné mal, porque son muchas circunstancias, y siempre encontraba un motivo para seguir luchando por la relación”. “Al final, es algo que tienes en la cabeza. No fue fruto de un arrebato o un calentón. Soy una persona que le gusta pensar las cosas”, insistía.

“Uno va sabiendo cómo enfrentar las cosas, no eres un niño, y son decisiones que uno toma seguro de sí mismo y convencido. Al final son situaciones complicadas, y como suelo hacer siempre que pasan momentos complicados, me refugio en mi gente y en el toreo, que es donde tengo puestas mis ilusiones”, proseguía.

Dicho todo esto, Ortega ha querido elogiar tanto a Otte como a su familia. “Solo puedo hablar bien de Carmen, es una mujer extraordinaria, una mujer 10, me ha hecho crecer mucho como persona, como torero. Su familia siempre me ha tratado como a un hijo. Asumo las consecuencias, y sí me gustaría que tanto a Carmen como a su familia les dejen en paz”.

Además, ha querido pedir “perdón, no por la decisión en sí, sino por el momento en el que la tomé. Hacerlo con todo organizado, con los invitados allí… Entiendo el dolor”. “Si algo me duele, es por haberles hecho daño a ellos, que no son responsables de mi decisión. El único responsable de la decisión soy yo, no hay terceras personas, ni el cura, ni el padre de la novia… Tomé la decisión solo yo, sabiendo las consecuencias que tenía”.

“Para mí, el matrimonio es suficientemente serio como para no hacerlo con dudas. No quería traicionar a Carmen ni a mí”, señala, dejando claro que, “aquí la única verdad de lo que pasó la sabemos ella y yo, Carmen y yo, pero venía arrastrando una serie de dudas que no fui capaz de resolver”.