Me enteré por el calendario que ayer trece de febrero fue martes de carnaval, un año más esta fecha no estuvo marcada en mi agenda personal. Nunca hubo en mi ciudad costumbre de festejar este día, como tradicionalmente se hace en otros lugares, siempre nos quedó lejos esto del carnaval, lo más cerca en Ciudad Rodrigo.
Recuerdo con algo de nostalgia, los años que sembraron en la zona de Labradores la semilla del carnaval salmantino, con la esperanza de que con el paso de los años echarse raíz y brotase con fuerza este cultivo que nunca se dio bien en tierras capitalinas, pero la siembra tuvo difícil arraigo y el experimento transgénico se malogro.
Tal vez se quemó la semilla por la acidez de la tierra en la cosa de asociarse, de crear peñas o grupos de animación o la falta de implicación social en este tipo eventos festivos. De hecho, estamos acostumbrados a ser más animados en casa ajena que en nuestro propio hogar y disfrutamos participando en carnavales foráneos con desparpajo y alegría desmedida.
No es obligado tener en el calendario festivo un carnaval que nos represente, cada localidad tiene su tradición y de momento esta no es la nuestra. Si algún día llega será por transmisión generacional, de momento parece que resisten la intemperie los brotes que van echando raíz desde hace unos años y que ya están arraigando en algunos barrios salmantinos, Oeste, Vidal, El Rollo…
Estos carnavales de barrio que desde su comienzo contaron con la participación de los peques, van afianzándose y creciendo a la par que sus participantes y si nada se tuerce terminara por crear tradición generacional en la ciudad, es un cultivo fiado a largo tiempo, pero que va por buen camino, ahora queda continuar y que poco a poco vayamos sumándonos los demás, si queremos carnaval esta es la oportunidad.