Desmontando a Lázaro: ni pícaro, ni anónimo

El investigador Antonio García Jiménez da las claves de quién es el autor de ‘El Lazarillo de Tormes’
Antonio García Jiménez.

De alguna forma, charlar con Antonio García Jiménez es como caminar con Lázaro de Tormes. A lo largo de la conversación va desgranando quién es el autor y ofrece pinceladas biográficas del mismo. Sin hacer spoiler… era un hombre de fe.

Antonio, su investigación, hace que se caigan muchos mitos, como que El Lazarillo tiene autor y que no fue la primera novela picaresca. Creo que no le va a gustar nada a los editores de los libros de texto de Literatura. Se está buscando ‘enemigos’.
(Carcajada) No soy académico, pero sí que he tenido oportunidad de tratar con ellos. La vida es una selva y los académicos, que pertenecen a un mundo intelectual más refinado, te aseguro que son una selva total.

Con un lenguaje más escogido.
(Risas) Sí, más sofisticado.

Hablemos del ‘padre’ de Lázaro.
Sobre este tema, el del autor, he escrito en revistas especializadas. Nadie hace caso de nadie. De vez en cuando sale un catedrático o un profesor y se inventa un nuevo autor de El Lazarillo y es una rueda constante.

Usted no está ahí.
Me jubilé hace poco de la Biblioteca Nacional y decidí exponer mi tesis a los lectores, que lo van a entender muy bien.

¿Ha sido así?
Es difícil cambiar la mentalidad sobre esta obra, pero estoy seguro de lo que he investigado.

¿Cuál es la clave?
La clave de lo que digo en mis charlas o artículos está ya, solo hay que consultar los archivos españoles. Si ponemos en un buscador el nombre de fray Juan de Ortega, verán una veintena de documentos referentes a él como autor de El Lazarillo.

Vayamos por parte. Usted asegura que no es picaresca la novela.
Absolutamente. Es verdad que cuando apareció Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán, probablemente tomara como modelo El Lazarillo, en cuanto que es una autobiografía de alguien humilde. Eso era nuevo en el mundo literario.

¿A qué se refiere?
A que una persona de baja extracción contara su vida de una manera heroica, como diciendo: ‘He triunfado’. Eso era nuevo. En el terreno formal, sí que es posible que El Lazarillo sea el modelo que se siguió en las novelas picarescas, pero el espíritu de la obra no tiene nada que ver.

¿Por qué ha ocurrido esto?
Porque se dan muchas cosas por sabidas. Hay una cantidad de prejuicios tremendos. Solo hay que leer la obra. El Lazarillo cuando es niño lo único que hace es tener picardía para comer, porque tienen unos amos muy mezquinos y miserables, que no lo alimentan. Cuando ya se junta con el escudero, siendo aún niño, es él, porque el escudero no quiere trabajar, el que mendigando, lo tiene que alimentar. Se apiada de su amo. Otro con el que trabaja, el capellán de Toledo, lo pone a trabajar cuatro años como un currante normal llevando agua por las calles de Toledo. Y acaba de pregonero, con un oficio. No hay nada parecido a Rinconete y Cortadillo o El Buscón, que son rufianes, bellacos,… que dan cuchilladas, que roban.

¿Por qué cree que se ha malinterpretado?
Quizá por cómo acaba la obra. La clave del libro es que se lee en sentido literal.

¿A qué se refiere?
En ese último capítulo, Lázaro consiente siendo adulto que le pongan los cuernos, mientras él tenga buena vida, si el arcipreste quiere acostarse con su mujer, que lo haga. Ese es el sentido literal.

¿Qué tenemos que buscar cómo lectores?
Lo que me costó entender, hasta que encontré los documentos de fray Juan de Ortega, es que eso es una alegoría, en la que se quiere decir otra cosa de lo que está escrito.

¿Qué quiso decir?
Se está disculpando, justificando,.. fray Juan de Ortega es nombrado obispo, por lo que se ‘casa’ con su Iglesia.

Cuéntenos quién es este fraile
Fray Juan de Ortega es nombrado obispo por el emperador en 1538. Era prior del monasterio de los Jerónimos de Alba de Tormes y un hombre de confianza de los Duques de Alba. Un fraile cortesano como Dios manda. Lo que desconocemos de este hombre era su vida antes de tomar el hábito. ¿Cuál fue su niñez? Sobre esto solo cabe especular. Casi con seguridad, no debió de ser fácil. Los Jerónimos ponían una edad límite para entrar en la orden, los 18 años, no sé si entró con esa edad o un poco más joven. Leyendo El Lazarillo y sabiendo que es el autor, deduzco que tuvo una infancia muy jorobada.

¿Por qué cree que toma como su alter ego al Lazarillo?
Cuando se inventa las aventuras del Lazarillo, lo que quiere transmitir, es que no tuvo una niñez fácil, que pasó hambre,… y sobre todo que tiene alguna enfermedad, que es la clave por la que no acepta el nombramiento de obispo por parte del Emperador.

¿Cree que el libro lo escribió seguido o por ‘fascículos’?
Con toda seguridad lo escribió en 1553.

¿Sí?
Porque cuando el Emperador comunica que va a abdicar y dejar el trono se lo dice en secreto a su hijo Felipe II y a un reducido número de personas, entre las que se encuentra el Duque de Alba, y es posible que también lo sepa fray Juan de Ortega, porque es al que le encarga que le ordene el monasterio de Yuste. Todo está relacionado.

Estaba a la derecha del Emperador…
Estaba muy próximo. No era su confesor, este cometido lo tenía Domingo de Soto, el prior de San Estaban, al tiempo de Fray Juan de Ortega era prior en San Jerónimo en Alba de Tormes. Esto nos da una idea de que es un personaje que está muy relacionado con las altas esferas de la época.

¿Cómo explica el triángulo amoroso que hay al final de la obra?
Es la forma de explicar lo que le ocurre al renunciar a irse de obispo a América. En todos los documentos, fray Juan de Ortega acepta en un principio a pesar de sus indisposiciones. Este mal le impidió cruzar el Atlántico, porque pensó que no iba a aguantar la travesía. Ese ‘vuestra merced’ que aparece en El Lazarillo, puede ser el secretario del emperador o del príncipe, que le puede ‘investigar’ o preguntar sobre el tipo de cristiano que es, porque va a ser el encargado de montar el retiro a Yuste del emperador. Como buen cortesano que era, se inventa esta historia jocosa, la de El Lazarillo para hacer reír, pero también para dar su punto de vista. Debía de ser gracioso y un hombre de mucha fe.

También podemos deducir que tenía buena voz.
Él era un orador y alegoriza su voz con oficios relacionados con ella. Así, El Lazarillo vocea el agua por Toledo, acaba de pregonero… Todos son trabajos que están relacionados con la voz. Se autorretrata de una manera cómica.

Por curiosidad. ¿Desde cuándo se le busca autor al Lazarillo?
A partir del siglo XIX. Pero, fray Juan de Ortega es el primero al que se le atribuyó la obra. Yo no me invento al autor, eso que quede claro. Hubo un fraile de su misma orden religiosa que dijo: ‘Se ha encontrado el borrador de El Lazarillo en la celda de fray Juan de Ortega’.

¿Cuándo comienza a popularizarse el Lazarillo?
Se publicó en 1554. Quedan cuatro libros fechados en ese año, pero pienso que tuvo que haber una en 1553 que sirvió para las que se realizaron un año después. Se popularizó desde el principio.

Usted que se conoce muy bien a Lázaro. ¿Qué podemos aprender de él en el siglo XXI?
El misterio de este libro es que le puede gustar a un niño –en las ediciones infantiles- a un estudiante de Secundaria o a un adulto. Es una de las obras más estudiadas por los filólogos, precisamente para averiguar qué quiso decir el autor. Lo que no es coherente es hacer un retrato de un niño que siempre está mencionando a Dios, que trabaja, que se apiada,… aunque haya algún episodio un poco más raro, que acabe la obra como un marido cornudo. No tiene coherencia.

¿Por qué acaba así?
Porque está escrita en sentido figurado. Vivimos en un mundo tan diferente de lo que era el siglo XVI, no nos podemos imaginar lo que era extender la fe de Cristo en América. Eso era lo más y él tuvo que renunciar. Por lo que eso le debió de costar muchísimo. Desde mi punto de vista, esa es la justificación de poner a Lázaro como cornudo, diciendo que a su mujer es lo que más ama en la vida. La mujer de Lázaro es la Iglesia para Fray Juan de Ortega. Él tenía esa faceta de integridad, de entregarse a una causa, a una vocación. El emperador va haciendo obispos de Chiapas a otros, a los que va casando con esta iglesia, aunque fray Juan de Ortega se sigue sintiendo el marido de ella. Al ser una alegoría el capítulo final, no solo ha sido solo un misterio siempre el autor del Lazarillo sino el sentido de la obra.

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