Afirma Fernando Savater en un artículo reciente publicado en The Objective («Aterroriza como puedas») que en el concepto de terrorismo deben incluirse «las amenazas constantes (incluyendo pintadas o pasquines), el hostigamiento callejero (sobre todo si afecta al entorno familiar), los estragos en negocios o servicios públicos, la violencia contra las fuerzas de seguridad, los cortes en el funcionamiento de los transportes, etc…».
Puede que sí o puede que no. Depende. No parece una definición muy precisa.
Probablemente los menos interesados en introducir confusión en cuanto a qué entendemos por terrorismo sean los que lo han sufrido directamente. Deben pensar que con las cosas serias y trágicas no se juega.
Si nos guiamos por ese criterio de inclusión, Pedro Sánchez habría sido objeto y víctima de actos terroristas (amenazas constantes a su integridad física y a su vida, etcétera) casi desde el mismo momento que dejó sin gobierno a la ultraderecha de este país.
De la misma forma, la sede del PSOE y sus ocupantes habrían sido víctimas de terrorismo por hostigamiento callejero pertinaz.
Siguiendo con los criterios de inclusión en el concepto de «terrorismo» establecidos por Savater, los ciudadanos en general, en cuanto usuarios de los «servicios públicos», habrían sido víctimas de actos terroristas constantes y feroces desde el mismo momento en que el imperio del fanatismo neoliberal, con vocación de pensamiento «único», tomó el mando, merced a los «estragos» producidos en esos servicios públicos por la aplicación rigurosa y exacta de dicho catecismo extremista.
Y en este caso, el abanico de la acción terrorista puede ir desde un terrorismo de baja intensidad, como quedarse sin médico de cabecera o sin acceso a él, hasta tener que encajar un número muy superior de muertos durante una pandemia por falta de medios, que fueron recortados a conciencia y desde luego con muy poca conciencia, previsión, y conocimiento.
En el ámbito del transporte y guiados por la definición de Savater, la reciente tractorada, que tanto alteró el transporte y que incluso provocó algún accidente, habría sido un acto terrorista. Lo dice Savater, no nosotros que no compartimos su opinión.
Conviene tener una brújula bien calibrada para guiarse en medio de la confusión, y así escoger las mejores opciones para el respeto de la razón, el pluralismo y la democracia.
Allí donde veamos, por ejemplo, ante una falta notoria de argumentos, una proliferación de insultos y burlas con finalidad humillante hacia los que no piensan igual ni votan igual, debemos pensar que asoma la pata un microfascismo más bien cutre y populachero.
Y allí donde veamos un retorcimiento de la realidad y de los conceptos básicos y compartidos para que la realidad encaje en nuestros prejuicios y dogmas, debemos pensar que existe muy poco respeto por el ejercicio de la razón. O que, existiendo antes, se ha ido deteriorando con gran rapidez.