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Opinión

Ser zen

Nace en el seno de la corriente Mahayana del budismo en China por el siglo VII después de Cristo. Es una experiencia interior de autoconocimiento en la línea del despertar de Buda. No es religión ni filosofía, solo le interesa estar en el presente. Nada tiene sentido (teología, dogmas, ritos, creencias…) solo le ocupa la meditación.

La práctica Zen consiste en no hacer nada, dejar de hacer, no meditar en nada, no contemplar. No se espera obtener algo. No se fija ningún objetivo, sin pensamientos, sin imágenes, sin metas. Hasta llegar al despertar o la iluminación: un modo diferente de captar la realidad, una determinada manera de ser en el mundo, una nueva forma de vida.

Tampoco se trata de dejar la mente en blanco o eliminar todo tipo de pensamiento, sino dejar que afloren en nuestra mente sin retenerlos, sin elaborarlos, hasta llegar a perder la conciencia sobre ellos (como escuchar el correr del agua sentados al borde de un río…) (Zazen) Esta doctrina se transmite de maestro a discípulo. Su misión es indicar el camino, no la meta.

Si se logra un grado elevado de madurez espiritual se manifestará en la vida cotidiana y en la ayuda sirviendo a los demás obrando de manera consciente, con toda nuestra atención (una meditación en movimiento). En el Zen es muy importante la dimensión comunitaria (Samu)

La experiencia interior de las meditación nos descubre que todo está interconectado que nada existe aislado del resto del universo, que somos un sistema más grande de lo que imaginamos. El Zen entiende la liberación como la superación de la conciencia individual, su finalidad no es la experiencia elevada del despertar sino el llevar eso a la práctica de la vida cotidiana. Cuando se alcanza la cima de la montaña se ha de continuar ascendiendo: después del estado de iluminación-liberación hay que bajar al valle y trabajar en beneficio de los otros.

Esforzarse en ser útil a los demás, renunciar a causar daño, cultivar todo lo que pueda beneficiarles, la capacidad de empatía y altruista… son expresiones palpables del despertar Zen.

Hoy aumenta el diálogo interreligioso entre el cristianismo y el budismo. “La meditación –dice Pablo d´Ors- es una escuela de la escucha, de la confianza…y eso sirve para ser cristiano, para ser budista, para ser musulmán…para ser Persona”-.

Son muy profundos los siete principios Zen: la mente construye las experiencias; el yo es una ilusión; escuchar el corazón y no las creencias: el desapego como camino hacia la felicidad: ser es más importante que hacer: la contemplación le da la forma al ser; la unidad es nuestro estado natural.

Como seres formamos parte de un Todo y solo cuando logramos compenetrarnos con ello se alcanza la armonía y el equilibrio interior que son las condiciones necesarias para llegar a la iluminación. “Zen es ése silencioso y abandonado amén a todo lo que es, ese amén que nos hace ser uno con todo lo que es, con todo lo que somos…”, (Hugo Mújica)

Este camino puede dar muchas cosas positivas al cristianismo: redescubrir el silencio; la figura del maestro del que seamos discípulos; unos rituales simples como estética de la espiritualidad; el hallar un camino para llegar al centro de nosotros mismos; el reencuentro con la meditación contemplativa de nuestros místicos clásicos; el descubrimiento del budismo como nueva experiencia de lo divino; etc

Como dijo el teólogo Schillebeeckx: “Hay más verdad en todas las religiones que en una sola”. El cristianismo puede y debe compartir con otras tradiciones de sabiduría su experiencia de Dios, y de la vida, así como aprender de ellas. Esta apertura estructural y teológica no es hoy un lujo, sino una auténtica necesidad.

Que así sea.

5 comentarios en «Ser zen»

  1. Me parece muy interesante la idea de encontrar afinidades comunes en las diversas religiones. Ello puede lograr ser un punto de encuentro entre los practicantes, sean budistas, católicos, protestantes o mahometanos. Necesitamos una sociedad permeable y abierta a las necesidades de los demás, sin importar la raza, clase social, origen o credo.

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    • Hay dos realidades que suelen escapar a nuestra consciencia: todo lo que existe es impermanente y todo lo que existe está sujeto a la interdependencia. Nada existe por sí solo y nada existe para siempre, hay un principio y un final. Si comprendiéramos esto tras una reflexión consciente y no con juicios superficiales, seguro que la humanidad avanzaría un paso de gigante porque nos dedicaríamos todos a no hacer el mal y practicar el bien por el bien de todos los seres.
      Gasho.

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  2. El origen de las tradiciones espirituales y religiones es siempre puro, prístino. El manejo de las doctrinas por parte de los seres humanos, los convierte en algo muy diferente, lleno de criterios interesados que no dudan de apartarse de los principios.
    Creo que las prácticas espirituales se bastan a si mismas sin la «mediación» de ninguna religión. Menos aún el «querer aunar» la práctica espiritual. Cómo mucho, estaríamos satisfechos con profundizar en los orígenes de nuestra tradición y tratar de
    «Comprender». Amor y silencio.
    Son las propuestas de los caminos espirituales.

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  3. El origen de las tradiciones espirituales y religiones es siempre puro, prístino. El manejo de las doctrinas por parte de los seres humanos, los convierte en algo muy diferente, lleno de criterios interesados que no dudan de apartarse de los principios.
    Creo que las prácticas espirituales se bastan a si mismas sin la «mediación» de ninguna religión. Menos aún el «querer aunar» la práctica espiritual. Cómo mucho, estaríamos satisfechos con profundizar en los orígenes de nuestra tradición y tratar de
    «Comprender». Amor y silencio.
    Son las propuestas de los caminos espirituales.

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