Llegará el día en que la historia juzgará como es debido el comportamiento negligente e irresponsable de los bancos centrales durante el último cuarto de siglo y, especialmente, durante la última década. Aunque, como suele suceder siempre, serán otros y no ellos quienes terminen sufriendo las consecuencias de su mala gestión.
Los que deberían ser garantes de la estabilidad y solvencia del sistema financiero han ido socavando sus cimientos durante años con sus políticas de huida hacia adelante; imprimiendo dinero de la nada, sin nada que lo respalde; alimentando falsas expectativas sobre la base de previsiones que a la postre se revelaron rotundamente equivocadas.
La política lo corrompe todo, y cuando se hace política desde los bancos centrales, cuando los intereses políticos se anteponen a los criterios técnicos, antes o después la basura acabará anegando hasta el último rincón.
«No hay riesgo de inflación», decían, y la inflación reapareció. «Estas tensiones inflacionistas serán transitorias», repetían, y la inflación llegó y se quedó. Ahora llevan muchos meses (demasiados) diciendo que conseguirán devolver la inflación a niveles del objetivo oficial del 2% en un futuro próximo, pero hoy por hoy la inflación continúa resistiéndose a bajar al ritmo deseado.
En los libros de texto de primero de Economía se aprende que el crecimiento de la oferta monetaria es inflacionista, especialmente cuando dicha expansión monetaria no se traduce en un aumento de la oferta agregada (mayor crecimiento económico). Y la realidad es que los bancos centrales han llevado a cabo en los últimos años una expansión de la oferta monetaria sin precedentes en la historia de la humanidad. Lo dicho, lobos al cuidado de las ovejas…
En este marco general, y como veníamos anticipando, el Banco de Japón se vio obligado a intervenir esta semana pasada en favor de su divisa. Como suele suceder cuando se actúa tarde y mal, a la autoridad monetaria nipona (en realidad a los ciudadanos japoneses) le ha salido caro: han tenido que dilapidar (por el momento) al menos unos 60 mil millones de dólares en defensa de su divisa, y ello solo para conseguir devolverla a los niveles en que cotizaba hace tan solo tres semanas (todavía sigue cotizando un -13% por debajo de donde se encontraba hace un año). Y esto aún no ha acabado…
Al otro lado del mundo, en Estados Unidos, la Reserva Federal siguió alimentando las expectativas de bajadas de sus tipos de interés, pero ahora sugieren que “más hacia finales de año”, porque al mismo tiempo se han visto obligados a reconocer lo que ya era obvio a los ojos de cualquiera: que el comportamiento de la inflación en estos primeros meses del año está siendo peor de lo que esperaban.
Así las cosas, abril se despidió dejando pérdidas relevantes tanto para las bolsas (de en torno al -4% de media) como para los mercados de renta fija (próximas al -3%), justificando así nuestra llamada a la prudencia de las semanas previas.
Mayo, por su parte, ha comenzado agitado, pero con ganas de subidas, de recuperar lo cedido en las últimas semanas. Algunos índices bursátiles principales (especialmente en Estados Unidos) están próximos a dar señal de compra de corto plazo, pero la dinámica interna del mercado (a nivel de sectores y valores) continúa sin inspirarnos la suficiente confianza. Los ratios de rentabilidad esperada y riesgo en estos momentos y en estos niveles no son, a priori, suficientemente atractivos.
Seguimos sin ver dinámicas de calidad entre los valores actualmente en impulso alcista.
A nivel cíclico, el contexto general continúa siendo desfavorable (como los bancos centrales, necesitamos ver antes una reducción sostenida y suficiente de la tasa de inflación, y que el crecimiento económico aguante).
Contamos, eso sí, con algunas dinámicas constructivas alcistas más prometedoras en segmentos más fronterizos y arriesgados del mercado como son la renta variable y la renta fija emergentes, y el segmento “high yield” (de baja calidad crediticia) europeo y estadounidense dentro del mercado de renta fija (aunque este segmento de la renta fija tiene en contra a priori el escenario de desaceleración económica y el previsible aumento de las primas de riesgo —spreads de crédito— que hoy por hoy continúan siendo excesivamente reducidas).
No obstante, tanto para la renta variable y renta fija emergentes como para el segmento “high yield” es todavía un poco pronto: aún les queda algo más de trabajo por hacer para confirmar la ruptura alcista. Veremos si lo consiguen en próximos días o quizás semanas.
En resumen, mayo ha comenzado con ganas alcistas, pero por el momento no podemos descartar que estos primeros intentos de subida acaben revelándose al final en una trampa para alcistas. Lástima que no haya también trampas para esos lobos que cuidan de las ovejas…
Félix González, socio director general de Capitalia Familiar EAFN