De acuerdo con el convenio no escrito de dotar a Salamanca de las infraestructuras culturales y educativas de la comunidad autónoma, iniciamos las conversaciones para construir la Biblioteca y la Hemeroteca regionales. Ya eran otros tiempos, gobernaba el Partido Popular y no se respetaron los acuerdos.
El consejero de Cultura, Emilio Zapatero, intentó respetar lo pactado, pero le salió un competidor, Valladolid, y fue en esa ciudad donde se ubicaron las infraestructuras culturales que le correspondían por derecho distributivo a Salamanca. A cambio, para taparnos la boca, nos concedieron la construcción en el barrio Garrido de la Biblioteca Torrente Ballester, con dimensiones suficientes como para satisfacer las necesidades de ese gran barrio salmantino.
El Ayuntamiento cedió los terrenos y sufragó parte del coste, la Junta de Castilla y León aportó el resto de la inversión. Las obras estaban terminadas y el mobiliario en su sitio antes de finalizar mi tercer mandato, pero desde la Junta boicotearon la apertura para evitar darme una baza electoral.
Julián Lanzarote la inauguró unos meses después de ganar la alcaldía acompañado del consejero de Cultura, Emilio Zapatero. Yo estaba entonces ejerciendo la oposición, pero no me invitaron al acto. Estos desprecios fueron frecuentes.
Lo mismo ocurrió con la inauguración del puente de la Universidad. Algo extraño le ocurrió a mi sucesor, mandó poner unas puertas de hierro en la entrada de la Huerta de los Jesuitas con una placa indicando que se habían hecho bajo su mandato. La redacción es equívoca y da lugar a confusión, al leerla parece que el que inauguró el parque fue él.
En la Avenida de Salamanca ocurrió lo mismo, se realizó la obra y se inauguró en mi tercer mandato. Julián inauguró un rincón de la avenida donde hizo colocar nuevo mobiliario urbano, y mandó colocar una inscripción en la que reclamaba, sin rubor, la autoría de toda la avenida.