El arte prehistórico de Salamanca

El Paraje de la Salud es un conjunto considerado BIC con la categoría de Zona Arqueológica, que guarda grabados rupestres datados en torno a los 25.000 años
Grabados prehistóricos en La Salud. 8Ical/Arranz)

Más allá de una ciudad bañada por el color dorado de la piedra de Villamayor y declarada Patrimonio de la Humanidad, Salamanca guarda muestras de arte que han pasado desapercibidas a lo largo de los años y que aún continúan siendo desconocidas para muchos. Rastros de antepasados y de poblaciones prehistóricas que atravesaron el río Tormes y que dejaron su huella, poniendo en valor la importancia del lugar.

Alba Familiar / ICAL.- No muy lejos del barrio de Tejares de la capital charra se extiende el Paraje de la Salud, bañado por el cauce fluvial, y declarado Bien de Interés Cultural como Zona Arqueológica por parte de la Junta de Castilla y León, gracias a las representaciones halladas, que versan desde la época paleolítica a la etapa final prehistórica. Un ejemplo de arte paleolítico al aire libre que repite motivos, temática y composiciones de las cuevas, con la singularidad de que las figuras están grabadas con la doble técnica del piqueteado y la incisión, y cuyo origen se remonta a alrededor de 25.000 años atrás. 

Paneles que recuerdan a emplazamientos similares como los vecinos de Siega Verde, también en la provincia, y Foz Côa, en Portugal. “Estos sitios suelen tener algo especial”, reconoce a Ical el arqueólogo del Ayuntamiento de Salamanca, Carlos Macarro, y recuerda cómo los lugares cuyo atractivo nos cautiva, también lo hicieron con nuestros antepasados. Además, explica cómo gracias a estos yacimientos la manera de mirar y buscar el arte paleolítico cambia, poniendo la vista también fuera de las cuevas, y encontrando en el exterior diferentes tipologías como imágenes propiciatorias de caza, marcadores territoriales de grupos o indicadores de zona de paso o abrevadero. 

En el caso del Paraje de la Salud, los primeros hallazgos se remontan al año 2007, cuando en la ribera derecha del río documentaron la existencia de diversas manifestaciones pintadas del arte prehistórico postpaleolítico. Unas pintadas de estilo esquemático, localizadas en un emplazamiento que fue denominado “Abrigo de El Marín”. Pero los grabados fueron descubiertos en mayo de 2013 y una prospección realizada un año después permitió identificar dos conjuntos de grabados en la margen izquierda del río.

El primero de ellos consta de dos paneles con surcos y trazos variados “con formas no identificables” mientras que el segundo conjunto está formado por dos paneles grabados, donde se identifican una línea cérvico-dorsal de un posible équido, los cuartos traseros de una posible cabra y los cuartos traseros de un bóvido. Por otro lado, en la margen derecha, se halló un quinto panel con un grabado de una línea cérvico-dorsal de un animal “no identificado”. 

Fue en 2018 cuando, de nuevo, en la margen izquierda del río localizaron un sexto panel. Ante él, Macarro explica a Ical que es el “panel mejor conservado de la estación rupestre de La Salud”, en el que se observa un caballo paleolítico, que originalmente estaba piqueteado. Además, resalta que la figura es bicéfala, cuya singularidad recae en que “es un tipo de intención de representación animada de un caballo que está cabeceando”. Consta también de una crinera marcada, denominada de “pico de pato”, y su visión frontal muestra las dos piernas del caballo, recordando a la tipología que se encuentra en la cueva de La Griega, en la localidad segoviana de Pedraza, o en la estación arqueológica de Fariseu, en Portugal. 

(Ical/Arranz)

La complejidad para encontrar los grabados y el difícil acceso hasta ellos han favorecido su conservación. Pero la singularidad de la zona cuenta con dos aspectos relevantes para su preservación. Por un lado, los esquistos de pizarra que recubren la ladera del Tormes, que han actuado como abrigo durante miles de años y, por otro la construcción del Polvorín, un complejo de garitas y túneles subterráneos, ya que tras su construcción, todo el material se desechó en la orilla. Unos restos de escombro y pizarra que todavía permanecen en ella. 

Tanto bajo esta lengua de escombros como bajo el cauce del río se desconoce si puede haber más grabados paleolíticos. Ya en 2014, cuando realizaron la prospección sobre el paraje, la Confederación Hidrográfica del Duero cortó durante dos días el curso del río para que el caudal bajase y pudieran inspeccionar la zona, con la esperanza de encontrar nuevas señas como ocurrió en Siega Verde, pero el intento resultó fallido. 

A este ejemplo se suma el trabajo de la gente que es consciente del valor, tanto natural como cultural, que tiene el paraje, y gracias al que han evitado su desaparición. Carlos Macarro recuerda cómo cuando frenaron al Ministerio de Transportes la construcción de un puente en la zona destinado a desahogar el nudo de conexiones en esta entrada a Salamanca. Así, el Consistorio se unió con la Junta y la Usal para instar a la reconsideración del proyecto debido al valor de las pinturas rupestres, algo a lo que cedieron.

Ahora, desde el Ayuntamiento de Salamanca se encuentran trabajando para que la conservación y la visita de estos lugares pueda convertirse en una realidad abierta al público. Por ello, el pasado año solicitaron al Ministerio de Turismo tres millones de euros dentro del programa de mejora de la competitividad y de dinamización del Patrimonio Histórico con uso turístico en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Una convocatoria prevista para acometerse en los próximos dos años, pero de la que todavía no ha recibido una resolución. 

Mediante este proyecto, desde el Consistorio pretenden proteger los grabados y habilitar senderos para su visita. Además, otro de los puntos fuertes del proyecto en la ejecución de un centro de interpretación del arte rupestre dentro de los túneles del Polvorín, convirtiendo las garitas destinadas a la artillería en observatorios ornitológicos. 

Por otro lado, el anteproyecto presentado tiene también un “trasfondo de actuaciones naturalizadas y respetuosas del río”, continúa Macarro. Así, la actuación también contempla la limpieza de las orillas de los escombros del polvorín, realizar una pasarela que conecte ambos márgenes del río en La Salud y poder generar circuitos de corredores verdes que unan el centro de la ciudad con el paraje, del que distan tan solo cuatro kilómetros del Puente Romano. 

Una idea que busca hacerse realidad para conservar, proteger y visibilizar una zona que ha abrigado el arte más antiguo de Salamanca durante miles de años. Desconocida para algunos, pero quienes son conscientes de su valor histórico, cultural y natural trabajan para poder hacer de ella un lugar donde su preservación se convierta en una realidad. 

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