[dropcap type=»1″]S[/dropcap]egún la tradición, fue la vivienda que ocupó la viuda de Francisco Maldonado, el comunero muerto en Villalar. Hija del tercer doctor de la reina, Fernando Álvarez Abarca, de un día para otro se vio privada de su marido y de su hacienda. Su casa y sus bienes fueron expropiados y tuvo que recurrir a su familia para subsistir, se trasladó a la casa de sus padres en la hoy plaza de Fray Luis de León, la conocida como de los Abarca Maldonado. Poco tiempo después se instaló en unas dependencias de la vivienda, en plena plaza, donde se realizaron las obras pertinentes para acogerla.
En el espacio que ocupaba la casa se construyó después de la Guerra Civil, en 1944, el Colegio Mayor Fray Luis de León, que limita con el Museo Provincial y con el Patio de las Escuelas Menores de la Universidad. Coincidiendo con las obras del colegio, se trasladó la portada que ocupaba una situación central en la fachada a la esquina con la calle la Plata.
En esta casa, Ana Abarca recibía con frecuencia las visitas del ilustre agustino fray Luis de León, que la guiaba espiritualmente. Fray Luis mantenía una gran amistad con la familia Abarca. Llegó a ser su albacea testamentario. Según nos señala la tradición, de sus conversaciones y consejos surgió en fray Luis la idea de escribir La Perfecta Casada. En esta obra el ilustre agustino retrata la vida de virtud de esta mujer que logró sobrellevar su desgracia con gran abnegación.
Ana Abarca no fue ajena a la vida religiosa. Su cuñada Isabel, hermana de su esposo, profesó en el convento de clarisas de Salamanca. Ana Abarca sufrió también la pérdida de su primo Francisco Anaya, hijo de su tío Gabriel, comunero como su marido. Las dos muertes enlutaron por muchos años a los moradores del palacio de los Abarca Maldonado.
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