Opinión

Extrañas mixturas

Abascal en su reunión con Netanyahu, en mayo.

En España tenemos una herencia antisemita siniestra y bastante cutre que procede del fanatismo religioso y la Inquisición.

Ya entonces el fanatismo religioso católico (nada cristiano) se unía al racismo más grosero, como podemos apreciar en ese panfleto rebosante de estupidez e ignorancia titulado «Centinela contra judíos puesta en la torre de la Iglesia de Dios», del padre Fray Francisco de Torrejoncillo.

Esta «tradición» española tan asentada como torpe continuó luego a través de la «conspiración judeomasónica», elemento fundamental del bulo ideológico franquista y heredero directo (sin pagar derechos de autor) de la famosa falsificación de la policía secreta del zar llamada «Los protocolos de los sabios de Sión” (aún hay tontos y fanáticos antisemitas que se la siguen tragando), la cual les vino muy bien tanto a Hitler como a los fascistas europeos (incluidos los españoles) para perpetrar y justificar sus crímenes.

Recuerdo que cuando era niño, si alguien escupía (y no es necesario entrar en los motivos de tal acto) se le motejaba automáticamente y sin lugar a dudas de «judío».

El odio irracional se transmite fácilmente y echa raíces profundas mejor sobre una base cenagosa. El automatismo de la hipnosis colectiva bloquea la reflexión. Y al revés, el ejercicio de la reflexión basada en la información, bloquea y detiene la transmisión ciega de aquellas ondas irracionales que nos convierten en autómatas.

En la imagen tradicional del «judío» que albergaba todo «buen español» y todo «fiel católico», no encajaba el rostro del sabio Luis Vives o el del no menos sabio Abraham Zacut, que influyó en los viajes de Colón. O en otros tiempos distintos, el de Albert Einstein y el de Sigmund Freud. Los estereotipos irracionales no dan para mucho.

Hoy los tiempos han cambiado, somos posmodernos, y la ultraderecha heredera de los más feroces y crueles antisemitas, ve en las matanzas de Netanyahu una avanzadilla a la vanguardia de la civilización occidental. No solo eso, sino que algunos autodenominados representantes políticos de la «diáspora» judía (ministro de asuntos de la diáspora de Israel) acuden a los cónclaves del neofascismo internacional como invitados (https://www.jpost.com/spanish/omg/article-801821 The Jerusalem Post).

La supuesta «diáspora» judía en un conclave de fuerte influencia neonazi. Es como si los asesinados en Auschwitz felicitaran el cumpleaños a Hitler.

¿Alguien que conozca la Historia del judaísmo esperaba ver algo así?

Lo que no cambia es aquello por los que se les reconoce en todo tiempo y lugar a estos extremistas: la mentira pródiga, el delirio fácil, y el odio reconcentrado. Ahí están las declaraciones de Milei en el susodicho conclave sobre los “ancianitos pelotudos” (es su terminología) muertos en las residencias de Madrid sin recibir asistencia.

Noticia positiva: la orden de detención contra Netanyahu y la cúpula de Hamás de la fiscalía del Tribunal Internacional de la Haya. Para ser coherentes, son necesarias otras órdenes de detención (contra Bush, contra Aznar…).

Lectura recomendada: un reciente artículo de Martín Caparrós en El País, «La palabra judío».

1 comentario en «Extrañas mixturas»

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