A la final con poderío y grandeza

España supera a Francia por actitud y calidad y se planta en la final tras desarbolar a los galos en la semifinal con un Lamine Yamal asombroso
Lamine Yamal, a punto de mandar el balón a la escuadra. (Foto: RFEF)

España no se dejó impresionar por el poderío físico de Francia, y los galos no supieron desactivar el descaro, el ímpetu y la calidad de España, que supo sufrir para ganar y plantarse en la final de la Eurocopa tras dejar por el camino a todos sus rivales, incluida Alemania y, este martes, a Francia, que se presentó en la semifinal sin recibir ni un solo gol durante todo el campeonato y no encontró la forma de desestabilizar a la selección española, que se mostró intratable con un Lamine Yamal asombroso.

El dilema de la semifinal consistía en ver cuánto tardaría España en derribar el muro defensivo francés, inexpugnable para sus rivales durante todo el torne, o cuánto tardarían los galos en aplastarnos y plantarse en la final silbando.

El panorama se complicó para la Roja a los nueve minutos, cuando Mbappé recibió dentro del área y, sin oposición, puso un centro certero que nadie interceptó, concediendo unas facilidades imprudentes en estas circunstancias a Kolo Muani, que convirtió el centro en gol adelantando a los franceses.

Los galos se frotaban las manos, porque ni en sus mejores pronósticos aparecía la posibilidad de ponerse en ventaja ante España antes de romper a sudar.

La Roja parecía menos temible tras este zarpazo, y los franceses se hacían más grandes, si cabe. Tras unos minutos de transición, y sin permiso para caer en la depresión, apareció el talento del equipo español, que en cuatro minutos noqueó a un equipo plagado de poderío físico más que de capacidad futbolística, visto lo visto hasta la fecha.

Apareció de la nada Lamine Yamal, se hizo un hueco para disparar desde la frontal del área, exhibió toda su insolencia y calidad y marcó el gol del campeonato, dejando boquiabierta a la concurrencia y a ti que lo veías en el sofá de tu casa sin dar crédito a la obra de arte que acababa de regalarnos el joven futbolista español.

Solo tres minutos después, Dani Olmo se fabricó una oportunidad en el área rival, le rompió la cadera a Tchouamèni y disparó con el alma. Superado el portero, Kounté acabó empujando el balón al fono de la red. Cuatro minutos pletóricos de España, que la hacían temible, capaz de remontar a la poderosa Francia y tumbarla en dos directos.

Los galos, que estaban construyendo un catenaccio en toda regla, se vieron desbordados de repente y tuvieron que cambiar de planes, pero en su repertorio no hay demasiados recursos más que la victoria por aplastamiento o por aburrimiento.

Tras el descanso salieron con intensidad, con más voluntad que acierto, pero embotellaron a la Roja, que tuvo que remangarse hasta que se desfogaran los galos y acertaran a desactivar su presión.

Francia no encontraba la forma de generar peligro y el técnico galo quitó poderío físico del centro del campo y dio entrada a jugadores más finos, para tratar de jugar con armas más parecidas a las de la Roja. No se habían visto en otra desde el inicio de la competición y les costaba adaptarse a las nuevas circunstancias.

Poco a poco fueron claudicando y mostraron la bandera blanca ante una España pletórica y muy inspirada. Intratable.

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