A los pocos meses de tomar posesión de la alcaldía me ocurrió algo que me quitó el sueño. Soy dormilón, y los que me conocen saben que al llegar la media noche se me acaban las pilas, al igual que en el anuncio de “duracel”. Mi sueño es profundo, se podría decir que entro en coma. Pocas cosas me produjeron insomnio durante los doce años de alcaldía, dos de ellas las recuerdo con pavor. Una la voy a contar sucintamente, la otra lo haré en el apartado de la lucha contra los incendios.
Recibí una invitación del claustro de profesores del colegio del barrio Vidal para que viera “in situ” la situación precaria en la que se encontraban los alumnos allí escolarizados.
Al llegar me encontré con una antigua fábrica de plásticos, al final de Gran Capitán, que había sido habilitada para colegio. Para pasar de una clase a otra los niños y profesores tenían que atravesar un angosto pasillo en el que cabía malamente una persona. El jefe de bomberos que me acompañaba me hizo al oído un comentario que me dejó de piedra. En el caso de producirse un incendio los niños quedarían atrapados sin poder salir.
Aquello me obsesionó y no paré hasta sacar de allí el colegio. Compramos a un precio mayor al de mercado un solar para construir un centro escolar, y en el convenio que firmamos con el Ministerio de Educación el nuevo colegio para Vidal fue el prioritario. El día que lo inauguramos respiré tranquilo y volví a conciliar el sueño.
Como acabo de comentar, el Ayuntamiento de Salamanca y el Ministerio de Educación firmamos un convenio en 1981, dos años después de nuestra llegada al Consistorio. El Ayuntamiento predemocrático había firmado otro en 1978, en él se contemplaba crear 9.360 nuevos puestos escolares hasta 1983, año en que finalizaba el periodo convenido.
El Gobierno se comprometió a construir nuevos colegios en terrenos cedidos por el Ayuntamiento. En los tres años trascurridos entre 1978 y 1981, el Ministerio de Educación invirtió más de 100 millones de pesetas en reparaciones, ampliaciones y mejoras de los colegios públicos ya existentes. El convenio preveía construir también centros de educación especial y uno de formación de adultos. El Ayuntamiento, por su parte, presupuestó 75 millones de pesetas para cumplir con los compromisos adquiridos en el convenio.
El convenio comenzó a funcionar como casa que se quema. El Ministerio construyó dos centros de EGB de 24 unidades, el citado de Gran Capitán y uno más en Garrido. En Prosperidad se erigió un colegio con fondos de la Caja de Ahorros de Salamanca y Soria. Seis más, estos de 16 unidades, fueron surgiendo en Pizarrales, Rollo, San José, Tejares, Garrido y en la Avenida del Campo Charro, junto al Hospital Universitario. A todos ellos se les unió uno de ocho unidades en San José.
2 comentarios en «Educación»
Ahora, sólo se cierran colegios públicos…una gran pena. La Junta no invierte y los padres prefieren los concertados. ¡Qué fácil hacen eso de acabar con la enseñanza pública, la de todas y todos!.
Igual pasa con la sanidad. Cuanto mayor es la lista de espera y más precaria la sanidad pública, más seguros privados se hacen. Es lamentable, pero está ocurriendo en toda España. Y los políticos como siempre, tirándose los trastos a la cabeza sin solucionar el problema. Claro, para la Defensa ¿?, el presupuesto sigue creciendo sin reparos ni críticas, año a año. Que pena, de verdad.