La victoria electoral del Frente Popular (coalición de partidos políticos de izquierdas) y del Front dEsquerres (en Catalunya y Valencia), el 16 de febrero de 1936, provocó que varios generales del ejército: Mola, Sanjurjo, Franco, Goded, Queipo, Cabenelles y Fanjul, se pusieran de acuerdo con las formaciones políticas de la derecha, terratenientes, caciques, aristócratas y otros poderes fácticos que se resistían a perder sus privilegios ancestrales y a tener sometidos a su servicio a las clases populares, para dar un golpe de Estado y hacerse con el poder. España, por entonces, experimentaba la transformación más importante de los últimos siglos. El analfabetismo, en 1931, era del 40 % de la población. En una buena parte del estado, sobre todo en la mitad sur, la propiedad de la tierra –en un país poco industrializado en el que el sector primario era el más importante- la tenían un número limitado de personas, existiendo grandísimos latifundios y, al mismo tiempo, había un elevado porcentaje de jornaleros mal pagados, con un nivel de vida muy precario, que no podían acceder a la propiedad de la tierra.
En estos dos sectores primordiales, la Segunda República inició reformas muy importantes: se construyeron miles de escuelas y se contrataron también miles de maestros, se potenció la enseñanza pública, universal, gratuita, mixta y laica, inspirada en la solidaridad humana, a la que tenían acceso todos los niños y niñas. Se crearon las Misiones Pedagógicas, un proyecto de solidaridad cultural a través del ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, constituyéndose un Patronato presidido por Bartolomé de Cossío, que reunió a más de 500 voluntarios: maestros, profesores, artistas e intelectuales, entre los que se encontraban María Zambrano, Luis Cernuda, María Moliner, Alejandro Casona o García Lorca. Las Misiones Pedagógicas llevaron cine, teatro y cultura a los pueblos más remotos donde nunca habían presenciado este tipo de actividades culturales. Se inició también una ambiciosa Reforma Agraria, en la que se pretendía la redistribución de la tierra mediante la expropiación de latifundios que sus propietarios terratenientes no dedicaban al cultivo, para instalar en ellas a trabajadores que las explotasen, consiguiéndose una mejor racionalización del sector primario y acabar con la pobreza que asolaba a millones de campesinos. En el plano estrictamente político, se aprobó la ley que permitió el voto femenino y se trabajó por la igualdad y para combatir la discriminación de género.
Todas estas reformas no gustaron a las clases poderosas, a los que se consideraban con el derecho vitalicio del poder, del gobierno, del caciquismo. Y la victoria, en las elecciones de 1936, del Frente Popular, fue el detonante para que las clases poderosas utilizaran al ejército como instrumento para decapitar los derechos y libertades democráticas de los ciudadanos establecidas en la Constitución Republicana de 1931. El golpe de Estado fracasó y se inició una guerra fratricida que ganaron los rebeldes, instalándose un régimen de terror, el Franquista, que, por desgracia, duró cuatro largas décadas, en el que se ejecutaron a miles de ciudadanos por pensar de otra manera, las cárceles y campos de concentración llegaron a albergar a casi 300.000 personas y cerca de medio millón de españoles tuvieron que exiliarse en varios países para poder sobrevivir, la mayoría de ellos sin poder regresar nunca más a la patria que les vio nacer. Los más afortunados de ellos pudieron desarrollar una vida digna en el exterior, otros muchos, malvivieron, muriendo de pena y los menos afortunados (cerca de 10.000 españoles) dieron con sus huesos en los campos de concentración nazis, por la complicidad entre las autoridades del Tercer Reich y las franquistas. Se consolidó así, parafraseando al poeta zamorano de Tábara, León Felipe en su poema Franco, el semblante de las dos Españas. Confieso que quién estas líneas escribe siempre se ha identificado mejor con la España de “la canción vagabunda” que con la de “la espada fratricida” y con la “del poeta” frente a la “del soldado”.
“Hay dos Españas, la del soldado y la del poeta. La de la espada fratricida y la de la canción vagabunda. Hay dos Españas y una sola canción. Y esta es la canción del poeta vagabundo:
Franco, tuya es la hacienda,
la casa, el caballo y la pistola.
Mía es la voz antigua de la tierra.
Tú te quedas con todo
y me dejas desnudo y errante por el mundo…
más yo te dejo mudo…¡Mudo!
Y, ¿cómo vas a recoger el trigo
y a alimentar el fuego
si yo me llevo la canción?”
Esta es –y no otra- la verdad histórica de nuestra España reciente, la del pasado siglo. Por ello y desde la perspectiva del Derecho Internacional Humanitario no se puede entender que líderes de la ultraderecha y muchos de la derecha española consideren que fue la Segunda República la causa de la Guerra Civil y no el golpe de Estado del 18 de julio del que ahora se cumplen 88 años, no se puede comprender que estos políticos de la “caverna” nunca se hayan atrevido a condenar firmemente al Franquismo como régimen criminal y de exterminio de quienes no pensaban como ellos, que no la consideren una dictadura y sí un periodo de prosperidad y de paz, cuando ni hubo paz, ni piedad, ni perdón con los vencidos como demandaba amargamente Azaña hacia el final de la guerra.
El pasado día 16 de julio y en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca, la asociación “Salamanca por la Memoria y la Justicia” organizó una jornada de debate sobre la proposición de ley de ‘Concordia’ presentada por los grupos políticos PP y Vox de Castilla y León, que pretende blanquear el Franquismo y derogar la Ley de Memoria Democrática estatal, de 2022. En la jornada colaboraron el Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática, el Centro Documental de la Memoria Histórica, la Clínica Jurídica de Acción Social y la cátedra de Memoria Democrática ‘Josefina Cuesta’, ambas de la Universidad de Salamanca, en la que intervinieron el secretario de Estado de Memoria Democrática, un director general del referido Ministerio, además de cuatro profesores de Historia, Derecho y Sociología de la Universidad de Salamanca, que consideraron que la proposición de ley de ‘Concordia’ es un ataque al Derecho Internacional Humanitario y pretende cambiar la Historia reciente, ya que no califica al Franquismo de dictadura, no considera al golpe de Estado del 36 como causa inmediata de la Guerra Civil y sí a la Segunda República. También intervino, para finalizar, el actor y cuentacuentos salmantino, Josetxu Morán, que teatralizó de forma muy emotiva, varios testimonios sobre la represión franquista.
Con la celebración de la jornada, lo que se pretende es que la Junta de Castilla y León retire la referida proposición de ley. Es cierto que Vox ha decidido salir de varios gobiernos autonómicos, entre ellos del de Castilla y León, pero tampoco es menos cierto que hay un consejero de Vox, el de Cultura, que no ha renunciado a su cargo; situación que puede complicar la retirada de la proposición de ley de ‘Concordia’. Confiemos en que nunca llegue a ser aprobada y que se mantenga en vigor el Decreto en vigor 9/2018, de 12 de abril sobre Memoria Histórica y Democrática de Castilla y León.
Por. Julio Fernández García, profesor de Derecho Penal y presidente de la asociación “Salamanca por la Memoria y la Justicia”.
2 comentarios en «Golpe de Estado de 1936. Causa directa e inmediata de la Guerra Civil»
Enhorabuena por el trabajo. Sólo este artículo que publica este periódico, contiene más información que la que recibimos durante todo nuestro periodo de estudiantes sobre la canallada fascista. Sin entrar ahora en muchos análisis, me quedo con el porcentaje de analfabetos de España en aquellos tiempos. Sin embargo, y a pesar de aquella incultura fomentada y amparada por cuatro caciques, muchos se levantaron contra el golpe y ofrecieron su vida con un sentimiento de clase y de dignidad. También echo de menos la mención directa a la Iglesia, cómplice de los asesinatos, la represión y el robo. Hablaba antes del analfabetismo, creo sinceramente que ahora el porcentaje de analfabetos funcionales es mayor, aún, que entonces. ¡¡Vivan las caenas!!. Así nos vá.
En efecto, desde la proclamación de la Segunda Republica Española y la aprobación de la Constitución de 1931 el «ruido de sables» siempre estuvo presente. Apenas un año después ya hubo un intento de golpe de Estado el 10 de agosto de 1932, liderado por el general Sanjurjo. No fue, por lo tanto, la IIª Republica la causa de nuestra guerra civil. Sino la intolerancia de la derecha, el ejército y los caciques la que desde un principio intento anularla.