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Opinión

Memoria democrática: Robleda, 1936-2024

Acto en recuerdo de los asesinados en la Guerra Civil, en Robleto.

Un año más, y van por lo menos quince, (2020 fue una excepción, por la epidemia), el recuerdo y homenaje a las víctimas de la Guerra civil nos volvió a convocar en Robleda en torno al monolito erigido en 2007. Una vez más saludamos a los que están, recordamos a los que se han ido y a los que no han podido venir y hacemos votos porque nos veamos de nuevo. Y se leyeron otra vez los nombres de las 23 personas identificadas (tres siguen sin serlo), “hijos de Robleda, vecinos y forasteros”, víctimas de la barbarie fascista del verano de 1936.

Es también ocasión para valorar cómo van marchando los asuntos de la memoria democrática en este país, al menos desde que en 2002, 25 años después de las elecciones constituyentes, el Congreso español, por unanimidad, condenara al franquismo -eso sí, sin nombrarlo- y se comprometiera a legislar a favor de sus víctimas. Y las cosas han ido muy lentamente; por analogía se podría aplicar a las políticas de memoria lo que Baroja decía de la democracia en España, que es como “un carro tirado por mariposas”. Hubo que esperar hasta 2007 para que hubiera una ley, que se quedó muy corta y no tuvo la unanimidad de la declaración de 2002. Solo 20 años después España dispone de una ley bastante satisfactoria (de nuevo sin el apoyo de la derecha) y de un plan de actuación estatal que plantea, entre otras cosas, la localización de todas las fosas comunes, su exhumación y la dignificación de las víctimas (ya sabemos que muchas de ellas serán ilocalizables). Más vale tarde…

Acto en recuerdo de los asesinados en la Guerra Civil, en Robleto.

Pero he aquí que en algo que debería ser una política de Estado común, por encima de ideologías y partidismos, ciertas autonomías (Castilla y León, Cantabria, Aragón, Valencia…) empiezan a tirar del carro hacia atrás con leyes falsarias y proyectos para dar protección como bienes de interés cultural a los símbolos del franquismo, como se ha visto recientemente con la pirámide de los italianos en Burgos, bendecida por el consejero Sr. Santonja. La caverna, por ignorancia o pobreza de espíritu, se niega a asumir una tarea que, por encima de todo, es humanitaria, de sentido común y acorde al derecho internacional.

Ángel Iglesias recordó además un aniversario digno de atención: el 11 de agosto de 1936 los vecinos de Robleda se sublevaron contra los guardias civiles y falangistas que pretendían llevarse al frente de Madrid a algunos mozos del pueblo, impidiéndolo. Pero el siguiente día 13 Robleda sufrió una nueva visita de los sublevados que, como represalia, se llevaron a siete vecinos, más tarde asesinados. El asunto es muy memorable por lo excepcional. La resistencia y la oposición a las quintas eran endémicas en la España rural desde que Carlos III empezara a practicarlas en el siglo XVIII. Pero oponerse a los designios del vesánico general Mola en plena Guerra civil requería de una valentía y una unidad comunitaria excepcionales.

El acto discurrió en un ambiente de comunión laica, fraterna y serena. Caía la noche y remitía algo el calor, pero no se levantó el viento, como en el acto de hace tres años, cuando se llevó la partitura de la joven Inés, que interpretaba una pieza de Gabriel Fauré con su flauta travesera. Su leve exclamación quedó en suspenso, como las memorias de los que habíamos venido a evocar. Luego pensamos en este cementerio ausente:

Le vent se lève, il faut tenter de vivre.

Acto en recuerdo de los asesinados en la Guerra Civil, en Robleto.

Por. Luis Castro Berrojo, miembro del consejo de redacción del blog Conversaciones sobre la historia.

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