Quedada debajo del reloj. Aquí comienzan los paseos domingueros que realizará La Crónica de Salamanca este verano tomando como excusa las obras de los escultores, de los graffiteros o los poetas, para conocer mejor nuestra ciudad y poner en valor lugares o establecimientos singulares.
Salamanca tiene música o es música, porque por sus calles llevan transitando compositores desde el siglo XVI con Francisco de Salinas hasta nuestros días con Víctor Reyes o José Luis Encinas, sin olvidar a Tomás Bretón, Gerardo Gombau o Martí Sánchez Allú.
Son las 10.30 horas cuando nos encontramos con Elena Blanco Rivas, profesora de Música de Las Siervas de San José, debajo del reloj. Teniendo como excusa las esculturas de Gombau, Bretón y Salinas pasearemos de manera figurada por los grandes compositores y músicos que ha dado y está dando Salamanca. “Estos compositores y músicos logran que la cultura de Salamanca salga fuera”, apunta.
A Elena Blanco Rivas le ha llamado la atención que los tres músicos que tienen esculturas tienen algo más en Salamanca que está relacionado con su vida profesional. Se sigue hablando de ellos. “Gombau fue todo un docente y tenemos la Escuela de Música de Gombau. La relación que tenía él de aprender y enseñar la sigue teniendo en la escuela. Por su parte, Tomas Bretón hizo la primera orquesta de Salamanca, era violinista, y tenemos una banda que es Tomás Bretón. Ese impulso de mostrar la música a la ciudad, continúa a través de esta agrupación. Por último, la formación fundamental de Francisco de Salinas fue la voz y el órgano. Tenemos la vinculación de la música vocal y la catedral con el Coro Salinas. Me ha parecido muy curiosa la relación actual con todos ellos”, apunta la profesora.
Francisco de Salinas
Decía el escritor y divulgador musical Ramón Gener que Nadie muere del todo mientras haya alguien que lo recuerde. Así, Gombau, Bretón y Salinas continúan vivos en el presente de Salamanca. “Salinas tuvo muchos problemas en su época, porque era músico, se quedó ciego muy joven y la Universidad no lo veía del todo bien. Fue Fray Luis de León el que le ayudó. Debía de ser amigos, porque le escribió la Oda a Salinas. Además, también intercedió para que llegara a ser catedrático de la Universidad. Salinas, al ver su problema, no se quedó solo en ser un músico práctico, también quiso ser teórico”, explica Elena Blanco Rivas.
De la mano de la profesora y de Francisco de Salinas traemos a este paseo a otro músico cuyo nombre suena mucho en Salamanca: Tomás Luis de Victoria. Salinas conoció a Victoria cuando ambos estaban en Italia, Salinas permaneció en el país alpino, 23 años. “Aquí tenemos el coro Tomas Luis de Victoria y el coro Francisco de Salinas. Es más, durante un tiempo tuvieron el mismo director. Estos genios del siglo XVI siguen presentes en el siglo XXI gracias a la música”, comparte Elena Blanco Rivas.
Durante el andar, Elena Blanco Rivas contará que en la Catedral existen cinco órganos y el que tocaba Francisco de Salinas, que aún está en uso, es un realejo, porque se podía llevar de un lado al otro. Solo uno de los cinco no se puede tocar, el que se encuentra desmontado en la capilla de Santa Bárbara.
Salinas murió en Salamanca y estuvo muy vinculado con la Universidad, “no tanto con la catedral, que parece que sí, pero fue después, casi en su última etapa de vida”, apunta.
Salinas es un hombre de su tiempo: El Renacimiento, donde se produjo la gran revolución. Salinas abogaba, no solo por el músico práctico, también por el teórico. “Lo que recoge en uno de sus tratados, Musica Libri Septem, es cómo se vivía el ritmo y la forma de composición de la época. Es un gran avance, porque el siglo XVI es una gran ruptura con la Edad Media, donde la música estaba solo en la Iglesia, pero en el siglo XVI lo que se quiere es que el conocimiento esté en el hombre”, explica la profesora.
Justo en este momento, antes de llegar al Barroco, que es cuando se revoluciona toda la música, Salinas no solo recoge en ese tratado la música que se estaba haciendo en Salamanca, también la de España, por lo que es muy importante la labor que realizó el maestro. “La música deja de ser práctica para pasar al estudio de la música”, matiza.
En la Oda a Francisco Salinas, Fray Luis de León escribió que el músico era capaz de hacer que el ruido mundano se convierta en música divina. “De hecho, en la estatua Salinas tiene algo en una de sus manos, se supone que es la Oda que le escribió Fray Luis de León”, cuenta Elena Blanco Ricas.
Lo que hay detrás de la figura son unos tubos simulando los hidráulicos, que hacen referencia al órgano que tocaba Salinas, porque antiguamente se movían con agua.
El autor de la escultura de Francisco de Salinas es Hipólito Pérez Calvo y estudió muy bien la singularidad de este músico nacido en Burgos, que pasó gran parte de su vida en Salamanca. “Incluso parece que la ubicación, entre la catedral y la Universidad, quiero pensar que también está sopesada, porque fue organista del Gran Duque de Alba, con el Palacio de Monterrey al fondo de la calle Compañía”, puntualiza la profesora.
Tomás Bretón
Dejamos a Francisco de Salinas e iremos al encuentro con Tomás Bretón. No solo está su estatua, en su día el teatro que llevaba su nombre –hoy un solar- también está la calle por donde él paseaba y conocido la música. Su madre regentaba una pensión y los artistas, entre los que había actores y músicos, que actuaban en el teatro Hospital. Denominado así porque donde ahora está el colegio de Las Siervas de San José, muy cerca de este punto a través de la plaza de San Román, estaba el primer hospital de Salamanca.
Con la relevancia musical de Bretón y aprovechando la coyuntura, Salamanca decidió que ese antiguo teatro tuviera el nombre del compositor de La verbena de la paloma. “El teatro Bretón albergó la Sociedad de Conciertos de Salamanca, que luego se trasladó al teatro cine Coliseum, posteriormente en el Palacio de Congresos y por último en El Liceo. Ahora ha desaparecido y es una pena, porque recogía el origen de la música de Bretón. Impulsando no solo la música del compositor salmantino, también la internacional, porque él lo fue. Estuvo en Italia, Francia… y se vino con la música de Stravinsky, la Escuela de Viena… la quiso traer a Salamanca”, repasa.
Música que según Elena Blanco Rivas gustó en Salamanca y se le reconoció su talento en vida, lo mismo le ocurrió a Gombau. Bretón, al que se le conoce por el sainete de La verbena de la paloma, fue mucho más. Bretón impulsó la ópera española. Estuvo muy relacionado con el zarzuelista Ruperto Chapí y bebió mucho de esa influencia. Ambos recibieron el mismo año el premio de Composición.
Paseando esta zona de la calle San Justo, plaza de San Román… se puede ver cómo ha cambiado Salamanca desde que Tomás Bretón correteaba por aquí siendo niños. El hospital ya no es un hospital, ahora es un colegio, y el teatro es un solar con antiestéticas vallas.
Bretón fue un músico longevo, vivió más de 70 años, murió en 1923, el pasado año se celebró en Salamanca con diferentes actos, el centenario de su muerte. Coetáneo de Bretón fue Allú. Martín Sánchez Allú tuvo menos suerte, murió en plena producción artística con 36 años.
Un apunte más de Tomás Bretón. Fue un gran impulsor de la Escuela de San Eloy, porque allí se formó. Y, curiosidades de la vida, también se formaron allí dos de los escultores que han servido de excusa para pasear Salamanca: Agustín Casillas y Venancio Blanco.
Salamanca suena bien
Salamanca a nivel de formación ofrece a los estudiantes de música los conservatorios Profesional y Superior, también hay dos escuelas de música con un Grado Profesional, como centro homologado, Sirinx y la Escuela de Música de Antonio Machado. Además, Magisterio Musical, en ambas universidades y Musicología. “En Salamanca podemos hacer una formación práctica y teórica sin moverte de tu ciudad. Como es mi caso, he recibido toda mi formación aquí”, apunta Elena Blanco Rivas.
La profesora no olvida en este paseo mencionar la cantidad de agrupaciones musicales más o menos profesionales, desde la Orquesta de Salamanca, la de El Liceo, las que se forman en los conservatorios, todas las bandas de música y los coros de niños, adultos, amateur, más profesionales… dos coros universitarios. “La cultura musical que ofrece Salamanca es muy importante. La diversidad musical es brutal. Sin entrar en grupos de pop, rock… Solo hablo de la formación de escuela reglada”, puntualiza.
Quizá así se entienda que haya tan buenos compositores y músicos salmantinos en el siglo XXI, por poner algunos nombres en este paseo que recorren el mundo llevando el nombre de Salamanca allá donde tocan o componen: Clara Andrada y su flauta travesera toca en las mejores orquestas europeas o Alberto Moñivas, organista de la catedral, acerca a Salamanca a otros profesionales.
Terminamos el paseo hablando con José Luis Encinas, uno de los mejores guitarristas de nuestro tiempo, el salmantino más flamenco, y Víctor Reyes, quien recogió un Emmy en 2016 y junto a otro salmantino de adopción, Rodrigo Cortés, ha compuesto bandas sonoras para sus películas.
3 comentarios en «El paseo que mejor suena en Salamanca»
Maravillosa Elena y maravillosa siempre Salamanca. Un abrazo
Enhorabuena por esta iniciativa de la #crónicadesalamanca.
Conocer a fondo la Ciudad nos hace quererla más y mejor además de ayudarnos a proyectarla para el futuro.
Sería muy deseable para Salamanca que el Conservatorio Superior de Música de Castilla y León se incorporara plenamente a la Universidad de Salamanca para convertirla de nuevo en Capital Mundial de la música.
Ya lo fuimos una vez y podemos volver a serlo.
Hablamos?
Cada aprendemos más sobrw nuestra bella Ciudad