[dropcap type=»1″]N[/dropcap]o se conoce con certeza el año de la llegada de los Agustinos a Salamanca, pero parece que entraron con los repobladores que vinieron con Raimundo de Borgoña. El primer lugar que ocuparon fue el que con posterioridad fuera convento de los canónigos regulares de la Vega, junto a una ermita dedicada a una imagen de la Virgen de gran devoción popular. El pequeño templo estaba situado en la margen derecha del Tormes. Por esta circunstancia sabemos que los agustinos estuvieron en Salamanca antes de 1166.
Desde este lugar apartado del recinto amurallado pasaron al interior de la ciudad, a la judería, aprovechando la iglesia de San Pedro para los oficios religiosos. En 1377 las autoridades eclesiásticas concedieron a los agustinos el citado templo con su cementerio y unas casas propiedad de la parroquia, linderas con el convento. También pasaron a propiedad de la comunidad unas calles públicas alrededor de la iglesia, las campanas, cálices, una cruz y varias vestiduras sagradas. La donación se hizo con la condición de que el cenobio conservara siempre el nombre de San Pedro y que los diezmos y derechos de dicha parroquia pasasen a la cercana parroquia de San Bartolomé de los Apóstoles. El documento de donación, sancionado en la capilla del Salvador de la catedral, fue firmado por el deán y varios canónigos.
En 1451 el convento se incorporó a la observancia debido a las gestiones del entonces provincial fray Juan de Salamanca. Éste pertenecía a uno de los linajes más importantes de la ciudad, los Paces. Fue doctor, catedrático y rector de los agustinos de Salamanca durante muchos años. Ejerciendo este cargo tuvo el honor de dar el hábito a San Juan de Sahagún.
[pull_quote_left]Agustinos fueron muchos miembros de familias nobles salmantinas: Paces, Anaya, Enríquez, Maldonado, Manzano, Monroy, Solís, Nieto, Palomeque y Guzmán. Entre los linajes nobles relacionados con los agustinos destacaron tres familias comuneras: Maldonado, Guzmán y los Doctores de la Reina.[/pull_quote_left]Vivieron en este convento Diego de Muros, fundador del colegio mayor de Oviedo, San Juan de Sahagún, pacificador de los bandos de Salamanca y santo patrón de la ciudad, y Santo Tomás de Villanueva. Agustinos fueron muchos miembros de familias nobles salmantinas: Paces, Anaya, Enríquez, Maldonado, Manzano, Monroy, Solís, Nieto, Palomeque y Guzmán. Entre los linajes nobles relacionados con los agustinos destacaron tres familias comuneras: Maldonado, Guzmán y los Doctores de la Reina. También de sus celdas salieron arzobispos, obispos, confesores de reyes, escritores, catedráticos y santos. Todos estos méritos dieron al convento salmantino el nombre de “Madre de la Observancia”, gozando en los capítulos de la orden del privilegio de votar en primer lugar y de ser reconocida como “Casa solariega de santos”.
La iglesia era uno de los grandes templos de la ciudad, con un precioso relicario donde se veneraba una espina de Nuestro Señor Jesucristo, un hueso de San Guillermo, otro de Santo Tomás de Villanueva y el cuerpo entero de San Juan de Sahagún.
Eran patronos de los agustinos de Salamanca los duques de Béjar, los señores de Cisla, los Nieto y los colegiales de San Pelayo, vulgo “los Verdes”, entre otras muchas instituciones y familias nobles salmantinas. Aunque la fundación del convento de los agustinos se remonta al medievo, el edificio que llegó hasta el siglo XIX fue el que construyó Juan de Álava en el siglo XVI. Ocupaba un gran solar enclavado en los barrios universitario y judío, entre las Escuelas Menores y los colegios Trilingüe, del Rey, Cuenca y Oviedo, edificaciones distribuidas entre callejuelas y plazas hoy irreconocibles.
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