«Desregulación» y además “libertaria”, o sea lo más de lo más en el canon posmoderno.
Entiéndase sin embargo el término «libertaria» o incluso el de «desregulación» (ambos a la par) en el sentido en que los usa y manipula la ultraderecha económica, y también la otra. O sea, en el sentido de «libertad» sin límites para la trampa y el fraude. También “libertad” para deslegitimar a los que ganan elecciones o “libertad” para asaltar Capitolios en cuanto que la democracia es una antigualla en comparación con la libertad libertaria de los nuevos y falsos (embozados podríamos decir) “libertarios”.
Todo está permitido y convenientemente desregulado, y lo único que hay que intentar es que no te pillen. Lo cual (salta a la vista) es doctrina humanista de acendrada raíz moral y cristiana.
Esta es, sobre poco más o menos, la ideología que hoy triunfa y vende catecismos como rosquillas.
Sus apóstoles, forofos, y catecúmenos, se cuentan hoy por miles o cientos de miles, y ya no visten como lo harían los bandoleros de Sierra Morena (ilustres antecesores de esta corriente de pensamiento), con montera y trabuco, sino de forma más estilizada, perfectamente camuflada y adaptada al medio en el que medran, que no es otro que el de los antros económico-financieros del neoliberalismo. El neoliberalismo por tanto no es otra cosa que el paradigma exculpatorio de los nuevos bandoleros.
Por ejemplo, la estafa financiera de 2008 fue un ejemplo notable de esta «nueva» forma de asaltar incautos en los desfiladeros intrincados de las finanzas globales. Estafa que además de sembrar la desconfianza por doquier, haciéndola consustancial con nuestra civilización posmoderna, quedó sin corregir y sin impugnar por parte importante de nuestra política y de nuestra justicia, vendidas a estos nuevos delincuentes.
Pero si nos vamos a algo más concreto y menos global (cual fue aquella estafa financiera) como ejemplo de esta nueva forma de estafar y asaltar caminos, los ejemplos son incontables, repetidos, y cotidianos, constituyéndose en la trama menuda de la «nueva normalidad» posmoderna y neoliberal.
Les aconsejo para hacerse una idea sobre esto leer el reciente artículo para El País de Marta Peirano, titulado «Incompetencia, deshonestidad, y codicia», en el que se hace referencia al incendio de la Torre Grenfell de Londres en 2017, y las circunstancias ideológicas y materiales que concurrieron a ese desastre que tuvo por resultado final 72 personas muertas por las llamas, pero también por la codicia y la desregulación patrocinadas por una ideología concreta.
A partir de estos ejemplos repetidos y hoy normalizados, cuando vean a un botarate saltimbanqui manejando la motosierra como icono de su revolución ideológica, tendrán una idea más exacta de sobre qué va el tema.