El poeta salmantino Jorge Barco Ingelmo acaba de publicar un nuevo libro, el que es su cuarto poemario. Jailhouse Rock es el título de la obra recientemente editada por Isla Elefante.
El autor del libro ha sido reconocido en varias ocasiones, especialmente tras la publicación de Algún día llegaremos a la luna (2008) con el que obtuvo el Premio de la Academia Castellana y Leonesa de Poesía, o Ritmo latino (2017) con el que consiguió el Premio Emilio Alarcos. Aparte, ha sido autor de otras obras, como Vivimos encerrados en burbujas transparentes (2011) o, junto al también salmantino Rafa Pontes, la obra Por amor a las viudas (Sr. Scott, 2020).
Barco afirma que “las prisiones son como ciudades y dentro la vida fluye muchas veces de forma más cotidiana de lo que la gente se imagina desde fuera». También destaca la labor, poco reconocida, del funcionario de prisiones: «Es un trabajo que desgasta mucho psicológicamente. Hablas con los presos, conoces sus historias. Se ven muchas vidas rotas».
Al hilo de la convergencia entre cárcel y lectura, quiere destacar que en las cárceles españolas hay buenas bibliotecas gracias, sobre todo, a donaciones. Y hay presos que pasan mucho tiempo leyendo. «El libro más leído probablemente sea Caballo de Troya, de J.J. Benítez» afirma Jorge Barco. Y se lee sobre todo novela, pero también poesía. A modo de broma indica Barco: «Cuando publiqué mi anterior poemario, vi a un preso con un libro de la misma editorial, y claro, le pregunté qué estaba leyendo. Pero no era mi libro, sino uno de Luis García Montero».
Lo que cuenta
Durante el confinamiento de 2020, toda la sociedad pudo comprobar lo que significa vivir encerrado y lo duro que puede ser. Los presos de las cárceles, más aislados aún con el exterior e informados sobre todo a través de la televisión, se preocupaban por cómo estaba la vida fuera.
Eran conscientes de que todo el mundo había perdido lo que ellos más ansiaban: la libertad. Jailhouse Rock es una visión personal e íntima del mundo carcelario a través de la óptica del poema.
El poeta Jorge Barco Ingelmo es, además, funcionario de prisiones, y ha puesto su experiencia y observación al servicio de la poesía para abrir, con la llave del verso, una puerta insólita hacia uno de los lugares más desconocidos y que más curiosidad despiertan: los centros penitenciarios y las personas que los habitan.