Historia real: Sentarse en el centro tiene precio en Salamanca

A través del testimonio de dos personas mayores contamos la historia real de lo que supone su día a día
La calle Bordadores, el jardín donde está la estatua de Unamuno, no hay ni un solo banco.

Vivir en el casco histórico de Salamanca se está convirtiendo en una odisea para sus vecinos, más aún si se van cumpliendo años.

A través del testimonio de dos personas mayores contamos la historia real de lo que supone su día a día. Entre sus quejas, la de no poder sentarse en un banco y eso que Salamanca tiene amontonados los bancos por doquier, pero en centro parece que se les olvidó que podía haber vecinos, salmantinos que pasean por su ciudad o turistas que quieren descansar. Ni uno solo. Sentarse en el centro tiene precio en Salamanca.

El testimonio real comienza con una revisión médica. «Me acompaña una amiga. Quedamos en la plaza de Anaya, llueve y aguantamos el chaparrón antes de enfilamos la Rúa. Vamos tirando de nuestros cuerpos como podemos, pues la edad en la que podíamos con ellos ya quedó atrás y, además, la enfermedad acecha», ironiza esta vecina de la Rúa.

Las dos recuperan fuerzas frente a la fuente del Maestro Salinas y enfilan Compañía. «Hay que hacer el tramo de un tirón. Ni un solo banco para hacer un alto. Macetas sí parece que hubo, afortunadamente ya no. Sorteamos coches, camiones, bicicletas, patinetes, … de todo hay en las llamadas calles peatonales», comparte la vecina.

Compara la calle Compañía por el caos de tráfico que hay a determinadas horas con las imágenes que ofrece la India. «Seguimos por Bordadores. Ni un banco. Pero eso sí, terrazas por doquier. Sorteamos mesas y sillas y nos apoyamos como podemos en el pozo junto a Unamuno. Un hermoso jardincillo que se dice publico, pero que se ha privatizado», cuenta.

Crespo Rascón, ni un solo banco.

Lo mismo que se observa con ese otro espacio que se inicia con la Rúa tras pasar el corrillo, y que se ha convertido en el corralito del bar de turno. «Nada se puede hacer al respecto, porque la autoridad lo permite y a callar. Otro tirón e iniciamos Crespo Rascón, donde han puesto unos corros de plantitas a uno y otro lado. Ya no pueden estacionar los coches, pero sí están presentes y permanentes una fila de contenedores. Esta vez no son macetas gigantes. Debe ser otra forma de decoración, pero ni un banco», tira de sarcasmo.

La pareja busca refugio y lo encontra en la placita frente a la casa de Santa Teresa. «Tenemos que apartarnos de nuestro trayecto, pero el cuerpo no aguanta. Allí nos apoyamos en sus muros. Tampoco hay bancos. Volvemos atrás y enfilamos la plaza de San Juan Bautista. Terrazas por doquier. Ni un solo banco. Un esfuerzo más y llegamos a la clínica. Falta la vuelta», explica.

Y se preguntan: ¿Qué podemos hacer ante la insensibilidad de un Ayuntamiento como el de esta ciudad, a cuyos responsables se les ha explicado, se les ha pedido, se les ha rogado, que atiendan a esos ciudadanos que solo pedimos un banco para descansar de vez en cuando, sin necesidad de tener que pagar una tasa más a ese servicio privado que ha tomado nuestras calles y plazas y las ha hecho suyas con nuestros pagos?».

Solo desean que pronto les llegue la hora a «estos déspotas y sufran en su cuerpo la misma impotencia que sentimos como ciudadanos aquellos que, habiendo dado todo en esta ciudad, la edad y la salud nos hace para ellos invisibles e ignorados», concluyen.

Calle la Rúa, en esta isleta hay un banco corrido de piedra, pero las terrazas impiden sentarse al paseante.

8 comentarios en «Historia real: Sentarse en el centro tiene precio en Salamanca»

  1. Estrategia comercial del Ayuntamiento en connivencia con la hostelería. Ancianas, sientense en el suelo, que pena joder!!!

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  2. Q razón tiene el artículo, yo llevo bastones y no hay forma de darse un respiro en el duro caminar, hacen falta muchos bancos en el centro, no se en otros barrios pero en el entorno de la plaza es tremenda su ausencia y a veces patética, los pocos q hay los ponen junto a las paredes, y en otros casos los han condenado como en la isla de la rua junto al bar doce o algo asi se llama, q era un rincòn acogedor y ahora es un jardin privatizado x una terraza o en poeta iglesias q la acera de la esquina se ha convertido en una terraza privada y la acera ha desaparecido en b de un restaurante famoso o sea un desastre

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  3. Yo no sé, el concejal de urbanismo,de un mal gusto excesivo (macetas gigantes y demás), arquitectos e ingenieros que por malos deben ser baratos al menos ( fíjense en las nuevas aceras de Salesas cada trozo con una altura), no poner bancos, talar arboles como en la plaza del oeste, apagar luces por la noche de un sitio tan emblemático y tan de paso como la plaza de toros, que son 4 farolas, la chinchibarra que se convierte en un peligro, está llegando al punto de deslucir nuestro patrimonio con tanta ornamentación. Yo no tengo palabras para describir lo que veo paseando por nuestra ciudad, y los contenedores…deben de pagarle por cada uno, porque hay miles, solo en la calle Los Hidalgos, que son 200 metros, hay 14, siempre…al menos podía gastar el dinero de las macetas gigantes en hacerlos bajo el suelo como en la mayoría de las ciudades. En fin, sería un no acabar…

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  4. Pues vengan a sentarse al lado de la Junta.En ese bulevar hay tantos bancos,todos vacíos ,como si el barrio estuviera poblado de personas con dificultades para moverse.Diez,doce bancos en menos de cincuenta metros,de risa.

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