Opinión

Génesis

Y el Poder dijo:

«Hágase la sombra. Y la sombra se hizo. Y el Poder vio que la sombra y la mentira eran buenas…. para él».

Hay orígenes que se pierden en la oscuridad y justificaciones muy endebles.

A pesar de todos los elogios pragmáticos y maquiavélicos de la mentira, es un negocio que casi nunca acaba bien. Si se le da pábulo lo invade todo, pero al final todo acaba como el rosario de la aurora.

En la Historia hay etapas oscuras en que la mentira lleva las riendas durante un tiempo y arrastra masas ciegas. Ocurrió en la edad media, ocurrió con Hitler y Goebbels, ocurrió con Stalin. Hoy parece estar ocurriendo de nuevo, y no solo aquí, en España, sino en todo el mundo y de forma global.

Podemos pensar que todo esto procede de un determinismo derivado de los nuevos medios, tan eficaces como incontrolables, pero también podemos achacarlo a un renacimiento de las malas intenciones, que aprovechan esos medios disponibles. Después de todo esas malas intenciones, nada banales para según qué efectos, ya estaban presentes antes que los medios sofisticados les dieran una nueva oportunidad.

Goebbels sabía que su objetivo era la mentira, y a través de ella el crimen. Pero estuvo atento con frialdad y diligencia burocrática a los medios técnicos que se le ofrecían y vio en la radio un medio aprovechable para extender el mal y multiplicar los muertos.

Es este uno de esos hitos históricos que resuenan con su eco en etapas posteriores.

También en nuestra época tenemos ya hitos que perdurarán como grabados en piedra para ilustración de las generaciones futuras.

No despreciemos la importancia histórica que como factor de comprensión de nuestro presente puedan tener los audios de Villarejo y compañía. Su sordidez puede llevarnos a asociarlo a un género menor bastante repugnante que no apetece contemplar (ni oír) y que más vale olvidar pronto. Pero no, todo lo contrario, es de suma importancia promover su conocimiento y su estudio, con todos sus aditivos de esperpento al alcance del oído, de forma tal que a través de ellos no solo conocemos el objetivo perseguido (faccioso y antidemocrático), sino el carácter venal y tramposo de quienes lo persiguen. No debemos temer a la confrontación de ideas y proyectos políticos, que es la base de la democracia. A lo que debemos temer es a las mentiras y las trampas.

Tampoco debemos calificar peyorativamente como «polarización» lo que solo es «confrontación» de ideas y proyectos, o considerar que ese debate necesario en cualquier democracia impulsa la polarización.

La polarización surge (y entonces estaría bien empleado y justificado su sentido peyorativo) cuando a los argumentos y los datos no se responde con argumentos y datos, sino con violencia, mentiras, y trampas.

Otra fuente de polarización -en el peor sentido de la palabra- procede del convencimiento ideológico de que ahondar la desigualdad económica en una sociedad, puede ser una magnífica idea, y además muy posmoderna.

O considerar que nuestras ideas son las únicas aceptables y por tanto las únicas debatibles, de forma que zanjamos el debate antes de iniciarlo negando el derecho a réplica con aquello tan autoritario y poco liberal de «No hay alternativa», que decían Thatcher y colegas. Ahí es donde debemos buscar las raíces de la polarización actual, en ese monopolio del poder con que el dogma neoliberal ha gestionado las últimas décadas de Occidente.

Pero también ese monopolio del poder ejercido durante las últimas décadas permite preguntar por su responsabilidad en las consecuencias actuales, y preguntarnos si el aumento de las guerras y la violencia, el aumento de la «polarización» no solo dentro de cada sociedad sino a nivel internacional, procede de aquel catecismo orgullosamente «antisocial» y solipsista.

No solo el dogma «antisocial» del neoliberalismo por su propia esencia puede ser origen de polarización, también las trampas y las mentiras con que intenta conseguir el poder, y los medios de los que frecuentemente se vale para el lucro privado (estafas económicas -a veces de alcance global-, fraude fiscal, etcétera).

Todo ello «polariza» y crispa a una sociedad donde son mayoría los que cumplen las reglas.

Y además, en su pérdida de «complejos», ya recurre directamente a la violencia, como hemos podido ver en estos últimos espasmos de la etapa neoliberal cuyo producto más sobresaliente es Trump y el trumpismo.

Cuando en uno de esos audios de cloaca un periodista famoso y bien pagado de la TV tóxica advierte que el engaño que se prepara contra PODEMOS y Pablo Iglesias es demasiado burdo, es como si un foco iluminase toda la escena para disfrute de los historiadores venideros.

De los audios de este periodista y Villarejo (un capítulo más de este género amplio de nuestras cloacas) se desprende la imagen de cierto periodismo cutre y sórdido, y si bien es cierto que este episodio no es ni mucho menos el impulso inaugural de ese proceso, sí que realiza su labor de transmisión dando continuidad a una línea de manipulación que llega hasta nuestros días con los bulos de Valencia.

De ese contenido se desprende que el principal problema para el periodista en cuestión y su compaña, no era que los receptores del bulo se tragaran esa trola (ese era el objetivo), sino que el problema que se les planteaba y así lo dicen era que la trola sobre PODEMOS y Pablo Iglesias era demasiado «burda» y temían que hasta los más tontos se dieran cuenta. No obstante lo cual lo intentan y «palante».

Y tuvieron éxito, porque de hecho muchos se la tragaron y votaron engañados por ese bulo.

Y es que este tipo de maniobras son tan fáciles para ellos, profesionales del engaño (algunos de ellos a sueldo del Estado), que las hacen «con el rabo», como ellos mismos comentan jocosos.

Digamos de paso que los vapores mefíticos que allí se vislumbran (un estudio del natural en modo audio) facilitarán mucho a los estudiosos del futuro captar en un fogonazo el «color» de la época. El color de las tinieblas, por decirlo así.

De estas juergas hace ya unos cuantos años y parece que fue ayer. Pocas cosas han cambiado.

Probablemente España es el único país del mundo civilizado donde si a tu corrupción desacomplejada le sumas un bulo más desacomplejado aún, la justicia te lo premia.

Y es ahí, según lo veo yo, en esas trampas y en esas cloacas donde hay que buscar el origen de la crispación actual.

Ahora bien, los medios tienen una cualidad ambivalente pero muy notable. Si por un lado facilitan la propagación rápida y amplia de las mentiras, por otro favorecen que los embusteros queden retratados de por vida. Es como si la enfermedad trajera consigo el remedio. Como expresar ideas es libre y no es polarización sino la base de la democracia, opino que la solución contra la crispación actual que muchos denuncian y que desde luego no es sana, no vendrá de anular el debate sino de desenmascarar las trampas y poner en evidencia a los tramposos. Solo así el debate de ideas y proyectos recuperará el cauce de la normalidad democrática.

1 comentario en «Génesis»

  1. Igual que se nos vacuna contra la gripe o existen normas para aumentar la seguridad del tráfico, ¿cuando el Estado tomará medidas efectivas para poner en la picota a los creadores de bulos y calumnias, que tanto mal hacen a la paz social y causan daños frecuentemente irreparables a los ciudadanos directamente afectados?.

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