Javier Alvariño gana el Goya a la mejor Dirección de Arte por su trabajo en La virgen roja.
El salmantino dedicó el premio a sus padres, profesores de la Universidad de Salamanca, a sus hermanos, Jorge y Mikel, vinculados al mundo del arte como él, y a sus sobrinas a las que invitó recordar que el camino es la verdadera recompensa. «Sea lo que sea a lo que dediquéis la vida que os queda, procurad hacerlo todo con amor, honestidad e intención».
Se le veía emocionado enfundado en un smoking blanco, con su cabello suelto y sus lágrimas a flor de piel, al igual que sus sentimientos. Para él estar nominado ya era un premio, pero verlo con el Goya en la mano, es más. «Para mí, el premio real ha sido estar nominado a Los Goya, que nunca lo había estado», contaba en una entrevista en La Crónica de Salamanca.
Alvariño sueña con traer una gala de los Goya a Salamanca. «Solo hay que sentarse a hablar», invitó a las administraciones que quieran coger el guante.